domingo, 28 de octubre de 2012

LA CONFUSIÓN QUE NOS PARALIZA


Ante tanta falta de ética, tanta irracionalidad y tantos indeseables intereses. En un momento en que necesitamos sin demora el consenso político de los partidos mayoritarios o al menos la unidad de los partidos de izquierdas, antes de debatir la unidad territorial y hacer posible la salida de la crisis. Cuando parece que somos víctimas de una serie de poderes que no son los que nos representan. Cuando nuestros políticos, los que si nos representan, nos engañan en sus compromisos y no sabemos en quién confiar. Cuando sabemos que el mayor culpable de la crisis es BANKIA, que ha perdido 7.050 millones de € en los tres pasados trimestres, pudiendo llegar a los 10.000 a final de año (más que suman los recortes en educación y sanidad), un banco dirigido en su mayoría por miembros del PP, y que ahora el gobierno se empeña en financiarlo con dinero público. Cuando emplean como estrategia básica la creación de los miedos al despido, a permanecer en el paro, a la policía o a las represiones de todo tipo para destruir todas las resistencias. Ante todos estos desmanes y muchos más, no tenemos más remedio que preguntarnos: ¿qué está pasando? ¿dónde están los culpables? Sin que, pese a la lógica de estas preguntas, encontremos respuesta. Es necesario, cuanto antes, poner rostro a los culpables. 
Si analizamos los presupuestos para 2013, se han presentado con previsiones y políticas que están siendo contestadas por los más variados expertos. Se contemplan previsiones de un decrecimiento de la economía del 0.5 del PIB, cuando en realidad, las previsiones empiezan a superar el 1,5%. Presentan nuevos recortes del gasto, cuando existe unanimidad de que las políticas contractivas no nos sacarán de la crisis ni del desempleo, sin estudiar adecuadamente un aspecto tan importante como las políticas de ingresos. A la vez que contemplamos cómo el paro llega hasta el 25,02% (en el trimestre anterior era del 24,63%), mientras la ministra del ramo nos recordaba, con cierto sarcasmo, que la Ley de Reforma del Mercado de Trabajo se hizo para crear empleo. Por su parte el ministro que presenta los presupuestos nos dice algo que rechina la realidad que vive nuestro pueblo al afirmar, con una inexplicable sonrisa de superioridad, que son los más sociales de la democracia (cosa que parece compartir su presidente, con cifras seleccionadas para defender la afirmación). ¿Es que no salen a la calle? ¿Es que no conocen los problemas de Caritas, Cruz Roja, el banco de alimentos o los de las 350.000 familias injustamente desahuciadas que demuestran lo inútil del “código de buenas prácticas"? Unos presupuestos que nacen sin credibilidad, pues no debemos olvidar que los anteriores se modificaron, casi totalmente, a las dos semanas de su aprobación. Ven la luz sin apoyos parlamentarios externos y con la contestación de buena parte de sus barones regionales, encabezados por Madrid, que considera el sistema de financiación de las autonomías injusto, incoherente y absurdo. Sólo se pueden explicar en la idea de que hayan sido dictados para una estudiada colonización alemana (antes se llamaba rescate europeo), o que el gobierno haya perdido el sentido de la realidad. Antes se limitaban a incumplir los compromisos electorales, ahora añaden la malévola intención de hacernos ver lo negro, blanco.
Después de las pasadas elecciones en Galicia y Euskadi la euforia se ha apoderado de la dirección del PP, pues parece que con el resultado en Galicia justifican sus recortes; pero veamos otra realidad política de lo que ha pasado:
      Las elecciones en Euskadi se fuerzan por la ruptura unilateral del pacto de legislatura por parte de Basagoiti, cuando aún faltaba un año para el cumplimiento del pacto. Al parecer la ruptura se produce debido a que el gobierno vasco no cumplía adecuadamente los recortes de Rajoy. Recordemos que en Euskadi existía, por primera vez en su historia, un gobierno no nacionalista y que las elecciones anticipadas que pidió Basagoiti, contaron con el apoyo y alegría de los nacionalistas, pues el momento elegido por el PP les favorecía. Como resultado, el nacionalismo más soberanista ha alcanzado su máximo poder y el PP, con 10 diputados, no llega a un número suficiente para ningún posible pacto. A la vez el PSOE, perdía 7 diputados, aunque con los 16 que ha sacado es el único capaz de sacar un acuerdo que evite un nuevo frentismo en Euskadi. Todo un éxito para el gobierno de España. 
En Galicia, un éxito electoral sin paliativos para el PP, hay que recordar que su candidato, Núñez Feijoo, se opuso a buena parte de los recortes, a la vez que hizo una campaña llena de gestos para no ser asociado con las políticas de su paisano. A tres días de su triunfo ha vuelto a confirmar que no se subirán los impuestos en Galicia, pues no lo considera adecuado. Para lograr este triunfo ha paralizado decisiones de Estado. Sin olvidar que es una conclusión errónea pensar que del resultado de unas elecciones regionales puede inferirse la afirmación de que toda España acepta los recortes, no es sólo una barbaridad, es que los que así lo afirman deberían defender y propiciar el referéndum que, sobre este tema, piden los sindicatos. La realidad última del conjunto de estos dos resultados ha sido: el partido popular no había tenido tan bajo número de votos desde 1989, el del partido socialista los peores desde 1981 y que han ganado de manera clara el conjunto de las fuerzas nacionalistas. La euforia del PP solo demuestra su bajo sentido de Estado.

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