domingo, 11 de noviembre de 2012

UN ANÁLISIS INOPORTUNO


     La reflexión que incluye estas líneas va dirigida al PSOE. Se hace en un momento en que los españoles empiezan a darse cuenta de la importancia histórica de este partido en la vertebración de España, a la vez que notan la ausencia de un PSOE fuerte que ahora no es alternativa. Necesitamos un partido generoso en el esfuerzo, que aporte una nueva forma de ver España en la que quepamos todos. Una organización que considere irrenunciable conseguir la unidad de la izquierda, para llegar a un proyecto solidario y progresista que recupere el Estado de Bienestar, sin renunciar a conseguir un pacto de Estado que no tenga ganadores. En cualquier caso el PSOE nunca debe olvidar que su vocación, como ocurre con la crisis, es internacionalista. 
Algunas de las críticas que aquí se hacen pueden ser de aplicación a la mayoría de los partidos, pues se corresponden con problemas históricos del país, que aún están presentes en nuestros días y que están impidiendo una auténtica regeneración.
De manera directa y rotunda se puede afirmar que en buena parte de las agrupaciones del PSOE no existe democracia interna ni participación. Ante esta afirmación se suele contestar: “cualquiera puede intervenir en una asamblea, así como participar en lo que quiera”. ¿Qué ha ocurrido para que exista esta contradicción?
La palabra clave para entenderla es la de CLIENTELISMO, “sistema de protección y amparo con que los poderosos patrocinan a quienes se acogen a ellos a cambio de su sumisión y de sus servicios”. Una situación que se va generando con el continuado mantenimiento del poder institucional y del partido, a la vez que se iban eliminando de manera sistemática la incomodidad de los sectores críticos, aunque éstos fueran fieles y válidos. El partido ha llegado a ser utilizado, casi exclusivamente, como un instrumento para conseguir y mantener puestos con sueldo, a la vez que se aseguraba la permanencia de la cúspide, transformando la militancia activa y rebelde en sumisión. 
Paralelamente a esta situación se iba produciendo un cambio en la interpretación del discurso interno. La importancia evidente de la unidad del partido fue utilizada de manera perversa como un discurso que impedía la crítica. Todo discrepante en una asamblea era acusado de ser contrario a esa unidad y orillado de forma contundente. Al mismo tiempo se fueron acuñando nuevas ideas: “hay que esperar a otro momento más tranquilo”, “ahora no es lo más adecuado, pues se puede dañar la organización”. Nunca era el momento para hacer una crítica o un análisis. A la vez, se fue anulando la transparencia y el contacto con los movimientos asociativos y las nuevas aspiraciones sociales. La frase rotunda pasaría a ser: “la ropa sucia se lava dentro”, lo que hacía que el que expresaba cualquier artículo crítico era considerado enemigo, pues un debate externo nunca era conveniente. La situación ha ido produciendo un goteo continuado de bajas de militantes que veían inútil hablar o participar, lo que aumentaba la posibilidad de permanencia en el poder del mismo grupo de compañeros quienes, para asegurarse el “estatus”, afiliaban nuevos militantes cerca de las asambleas decisivas. Un conjunto de situaciones que ha impedido el acceso de otros cuadros con ideas distintas que vitalizaran las agrupaciones y, como consecuencia, el partido. El proceso siguió mientras se ganaba, el problema surgió cuando se perdió. Ahora nos encontramos con un número importante de abandonos, a la vez que existe la siguiente situación interna:
  • Desconocimiento por buena parte de los militantes de la historia del partido y de la evolución de su ideología.
  • Disminución del nivel de formación de los militantes.
  • Ausencia de verdadera renovación en los cuadros y líderes del partido. 
  • Inexistencia de debate interno en las agrupaciones de base.
  • Pérdida del contacto con la calle.
  • Listas contaminadas para los procesos electorales, en las que figuran los que eligen los de siempre y no los mejores.
  • Desaparición de las inquietudes ideológicas por el predominio de los intereses económicos.
  • Aumento de la profesionalidad. 
     La situación a la que se ha llegado no admite caminos intermedios. De forma inmediata son necesarias unas elecciones internas absolutamente transparentes, con mandato limitado, abiertas y limpias que garanticen a los elegidos y les dé la necesaria fuerza moral para hacer los revolucionarios cambios ideológicos, estratégicos y de organización necesarios para que la calle nos reconozca como alternativa válida, ante una situación política de absoluto deterioro que hace este proceso cada vez más urgente.



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