domingo, 25 de noviembre de 2012

ALZANDO LA VISTA


     Las obsesiones que nos crea la crisis producen unos alterados estados de ánimo que nos impiden alejar la vista de nuestro ombligo. Estos días levanto la mirada, quizás por la fuerza de un titular, y veo de nuevo el sufrimiento de un pueblo que vive dividido en un espacio físico pequeño y sin un Estado reconocido por la ONU que le permita reclamar sus derechos. Que busca  vivir en paz y le obligan a estar en una continua, injusta y desigual guerra que nadie evita. Hablo de los palestinos.
     Un pueblo que ha sufrido la eliminación sistemática por parte de Israel desde 1948, cuando la ONU reconoció un espacio de convivencia para ubicar el Estado judío que venía de sufrir el Holocausto. La primera preocupación del nuevo Estado fue la eliminación sistemática de las aldeas palestinas que se encontraban en el territorio asignado. Después  de la masacre de la aldea de Desir Yassir, donde eliminaron a sus 254 habitantes, siguieron con el acoso de las aldeas contiguas con actos de terrorismo, que causaron infinidad de muertos, obligándolas a un éxodo de más de 200.000 personas. A finales de 1953 el éxodo superaba los 800.000. Siguieron eliminando palestinos de sus lugares de origen a la vez que creaban nuevos asentamientos judíos. Más adelante el primer avance de un proceso de paz, el fraguado en Oslo en 1993, se vio interrumpido por la intromisión de Israel en sus zonas sagradas de Jerusalén lo que provocó la primera intifada, a la que correspondió una desproporcionada respuesta: tanques contra piedras y el sistemático incumplimiento de los acuerdos de la ONU, destruyendo viviendas de palestinos, que durante generaciones habitaron la ciudad sagrada, para construir nuevas viviendas donde vivieran colonos israelitas, y el proceso continúa. Todas las matanzas han sido justificadas en función de la búsqueda de seguridad absoluta que demanda Israel, sin que nadie se ocupe de la dignidad y el derecho a la vida del pueblo palestino que viven en su propia y vieja tierra de la que le están expulsando. 
     Conviene recordar que la patria de los palestinos ha sido dividida en dos, Gaza y Cisjordania. Esta última está afectada por un muro que divide barrios, separa escuelas, aleja familias y deja en una auténtica prisión a una buena parte de la empobrecida población autóctona. También conviene traer a la memoria que en 2006 se realizaron, sin violencia y con absoluta limpieza democrática, elecciones en Gaza, en la que el pueblo, harto de la corrupción y de los manejos de la OLP, ejercieron su derecho, y eligieron un gobierno presidido por Hamás que contó con el visto bueno de los observadores de todo el mundo. Pese a ello, la elección no fue del gusto de Israel, de EEUU, ni de la UE. Situación que supuso, de hecho, un aislamiento económico y político al que estuvieron y están siendo sometidos los ganadores de las elecciones más limpias celebradas hasta ahora. Se produjo un enfrentamiento entre los dos espacios en los que vive este pueblo, que costó muchos muertos hasta conseguir un precario acuerdo que al menos evitó una masacre.
     Además la parte del pueblo palestino que ocupa la franja, ha sido sometida a continuos ataques. Especialmente cruento fue la operación “plomo fundido” en 2008 como respuesta a unos misiles lanzados desde Gaza. La Ley del Talión sigue aplicándose de manera inmisericorde. La situación llega hasta el punto de que la muerte de niños no produce el normal escalofrío, pues para muchos judíos supone la muerte de un futuro terrorista.
     Ahora el castigo a Gaza por la muerte de tres ciudadanos de Israel, en acciones terroristas de Hamás, la llamada operación “pilar defensivo”. Los bombardeos continuados han llevado a la destrucción de barrios enteros. El saldo de víctimas ha sido la muerte de 162 palestinos (a los que hay que añadir más de 1.000 heridos) y 5 israelitas, el 40% de ellos mujeres y niños. El motivo sigue siendo la seguridad, aunque no sabemos si la represalia se debe también, como dicen, a las próximas elecciones, a las pruebas de nuevas armas. Ahora Israel dispone de una auténtica cúpula de hierro que elimina hasta el 85% de los misiles que puedan salir de Gaza y pronto podrá eliminar el 100%. Lo cierto es que Israel, ahora con el apoyo directo de EE.UU. intenta que Palestina no tenga entrada en la ONU ni como país observador, para evitar un recurso ante el tribunal de la Haya que pueda juzgar los crímenes de guerra que se han ido cometiendo. 
      La zona está experimentando importantes cambios que pueden, si no se actúa con más justicia, que occidente pierda buena parte de los apoyos árabes actuales: Egipto, en poder de los hermanos musulmanes, amigos de Hamás, e incluso Turquía, miembro de la OTAN, pueden empezar a flaquear, mientras aumenta la influencia de China o Rusia. A la vez que suben los apoyos a Irán, sin olvidar la incógnita que supone el desenlace en Siria. El pasado miércoles, por influencia de Egipto y EE.UU., se llegó a un acuerdo para eliminar las agresiones de ambas partes; primero una tregua de 24 horas, ya cumplidas, y en la segunda sería deseable la eliminación del bloqueo militar sobre la Franja. El final debería hacer justicia a los palestinos, facilitar su unidad y dar seguridad para ambos. Entiendo que un pueblo próspero en la franja de Gaza y Cisjordania es el mejor seguro para Israel. El reconocimiento de Hamás como interlocutor válido ha sido un avance. Es necesario, además, que se tenga en cuenta la memoria histórica para evitar nuevas injusticias, y que con el apoyo de España y Europa, Palestina consiga su propósito en la próxima reunión de la ONU.

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