domingo, 21 de julio de 2013

LA ÉLITE DEL “PP” AL PIE DE LOS CABALLOS

    Todos los días, los medios de comunicación españoles y extranjeros, publican titulares cada vez más escandalosos sobre la conducta inmoral del “PP” y las conversaciones de corte mafioso del presidente del gobierno y el imputado Bárcenas. En cualquier “democracia seria” su presidente daría explicaciones abundantes y documentadas o presentaría la dimisión ante unas directas acusaciones que afectan a la financiación ilegal de su partido, a la percepción de fondos  en negro de él mismo y de buena parte de la cúpula del poder y una serie de acuerdos, amenazas y compromisos con el extesorero que resultan intolerables. Lo grave es que los célebres papeles, gracias a las declaraciones de algunos implicados, a las afirmaciones de peritos y especialmente a la escandalosa omertá (ley del silencio en el código de honor siciliano) del presidente resultan cada vez más verosímiles. La situación de corrupción no sólo afecta al presidente, ahora acorrala a Cospedal (24 horas antes seguía mintiendo), y antes a Mato, Arenas, Rato, Aznar, Cascos, Trillo… La élite del poder del “PP” se encuentra enfangada en una corrupción que, con independencia de las resoluciones de la justicia, aumenta la debilidad del gobierno y disminuye su mermada credibilidad, dificultando enormemente la salida de la crisis. Es urgente un gran cambio propiciado desde el “PP” o elecciones anticipadas en España  y en Castilla-La Mancha. 
   La corrupción que se ve ahora con luz clara tiene una historia de más de 20 años, cuajada de mentiras, chanchullos, calumnias y estrategias de ocultamiento: primero, Federico Trillo llevó a buen puerto el caso Naseiro para después, en el comienzo del caso Correa/Barcenas, acusar a Rubalcaba y a la policía de inventarse una trama política contra su partido; así consiguieron quitarse de en medio al juez Garzón y paralizaron la instrucción. Mientras, la corrupción aumentaba. En los últimos tiempos estas sucias estrategias se han acompañado de enormes torpezas: Bárcenas no trabaja en el “PP”, donde Cospedal, la de la palabra fácil, dejaría muestras de su elocuencia; después se afirmó que no tenía despacho en Genova y las emisoras conectaban con su secretaria, Estrella, para desmentirlo; más adelante sacaron, para nada, las declaraciones de la renta; después Montoro nos diría que Bárcenas no aparecía en la lista de los aprovechados por la amnistía y que habían entregado toda la información al juez. Todo era falso. Ahora los patriotas de siempre piden serenidad para arreglar los problemas de una España que han estado demoliendo y esquilmando en su provecho. 
   La última maniobra para mantenerse en el poder consiste en convencer a las grandes empresas, al sistema financiero y, lo que es peor, al poder judicial, para que le apoyen y absuelvan. Los cambios en los nombramientos del Consejo General del Poder Judicial, los del Supremo y El Constitucional pueden afectar a su independencia. El último descubrimiento del presidente del Constitucional (nombramiento que paralizaron durante años para garantizar su imparcialidad), a la vez que pone en evidencia las intenciones del “PP”, está provocando una ola de impugnaciones, creando dudas en el más alto tribunal en un momento especialmente delicado. Ante todo ello, cabe preguntarse: ¿Hay alguien en el “PP” honrado, con poder y con suficiente sentido de Estado para generar confianza? Si no actúan pronto, el pueblo deberá tomar la palabra con una nueva ley electoral con mayores garantías. Por otra parte, la Europa en la que podíamos confiar, parece entregada a un oscuro y antidemocrático sistema financiero. Esperemos que el partido ganador dé un paso adelante e inicie una nueva andadura con gente honesta. En los próximos días el presidente deberá dar la cara, pues no puede alargar una situación que repercutirá a medio plazo en los mercados. Cuatro grandes bancos: Deutsche Bank, HSBC, Nomura y JP Morgan destacan el deterioro de Rajoy. Por su parte, el PSOE debe acelerar su renovación con la garantía de participación de todos los militantes sin exigencias que mermen la posibilidad de ser candidato. 

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