Cada vez tenemos un conocimiento más completo de las
causas de la crisis y de sus soluciones. El capitalismo actual tiene su eje en
la especulación. Existe un crecimiento desproporcionado del dinero con respecto
a la economía real, y esa masa de dinero opera sin control en los círculos
financieros. Actualmente intenta recuperar la confianza en los mercados a
través de las políticas de ajuste, enormemente dañinas para los países que las
implantan. El sistema financiero ha pasado, sin que las políticas públicas hayan
intentado impedirlo, de creadores de riqueza a simples especuladores.
En esta
situación la estructura de las decisiones europeas ha demostrado su inoperancia,
debido a los intereses nacionales y a un sistema enormemente burocratizado. Por
otro lado, las reticencias de Francia a seguir por la senda marcada han dejado
prácticamente sola a una Alemania conservadora, enormemente rígida en sus
decisiones y con un espíritu casi religioso sobre la economía. El gobierno
alemán, con escasa visión política sobre Europa, ha seguido la práctica de la
inacción, añadiendo insolidaridad; imponiendo políticas idénticas a países
enormemente distintos, cuando no políticas diferenciadas en función de sus
intereses nacionales. En España, por ejemplo, se ha aplicado una política
laboral, con acuerdos previos que podían haberse mantenido, en un país con
tradición de paro y en un momento de crisis aguda donde era presumible un
aumento masivo del desempleo, incrementado por la insensibilidad de nuestro
gobierno al añadir numerosos despidos en la Función Pública y no tener en
cuenta la renovación de los convenios, lo que permite a las empresas aumentar
la presión en detrimento de más de dos millones de trabajadores, con el consiguiente
aumento de los litigios debido al limbo jurídico creado. Otro tanto puede
decirse de nuestro desastroso sistema fiscal, pues las medidas impuestas han
bajado los ingresos, aumentando la fractura social. El gobierno con su
ineficacia ha aumentado el problema creado.
La
preponderancia alemana ha sido utilizada por el gobierno de Merkel de una
manera absolutamente egoísta: aprovechando que el sistema financiero mundial
está siendo dirigido por los especialistas de Goldman Sachs, de E.E.U.U., con
importantes enlaces en Alemania. Su influencia ha pasado a la política: Mario
Monti fue consejero de este complejo financiero, Mario Draghi fue vicepresidente
y así con otros eminentes técnicos económicos. Esta circunstancia y su papel de
locomotora han permitido a Alemania financiarse de manera gratuita y tener a
sus bancos a resguardo. A la vez ha influido en la política italiana, paralizando
el avance de la unión bancaria y la eliminación de los “Paraísos Fiscales”. Lo
que ha creado una enorme desigualdad en la financiación de los estados del euro
y en la marcha y competitividad de sus empresas.
Ahora
sabemos que el Deutsche Bank puede ser el gran problema financiero de Europa.
J.P. Morgan estima que necesita de inmediato 12.300 millones de euros para
cumplir con Basilea III. Mientras el mercado mantiene las dudas sobre las
auténticas necesidades. Curiosamente, Mario Draghi ha roto su tradicional
ambigüedad hacia el futuro, afirmando: “el Consejo espera que los tipos se
mantengan en los actuales niveles o más bajos durante un periodo prolongado”,
lo que ha hecho subir las bolsas y dar un respiro al primer banco alemán. ¡Qué
fácil es todo cuando interesa a Alemania!
Ya
hay mensajes sobre la superioridad alemana en extremistas como Hans-Werner
Sinn, presidente del influyente IFO alemán quién afirma que hay que
trasladar el modelo alemán a toda Europa. A la vez que se deja extender la idea
entre ese pueblo de que los del Sur somos vagos y lastramos su desarrollo. La
superioridad alemana no es la argamasa con la que se construirá más Europa.
Pensémoslo.
¡¡¡Viva San Fermín!!!
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