domingo, 11 de agosto de 2013

EL ÉXITO DE UN FRACASO

    Las sucesivas reformas laborales están siendo para el  gobierno y su ideología un gran éxito, así lo apuntan sus abundantes declaraciones. El éxito consiste en ir hacia una sociedad en la que el trabajador cobre sueldos cada vez más bajos (por primera vez en la democracia existe una bajada del 4% en el salario medio); que el ejército de parados haya superado los 6.000.000 y que se acerquen al 50% los que no cobran subsidio y así trabajarán a cualquier precio; que se hagan horas extraordinarias sin cobrarlas y que hayan disminuido los contratos fijos al 5% de los realizados, a la vez que aumenta el contrato por obra determinada y tiempo parcial; que la negociación colectiva esté perdiendo su virtualidad y los sindicatos, ante las muchas dificultades para su ejercicio y su ausencia de renovación, pierdan espacio social. A la vez, el encarecimiento de la educación universitaria la hace más accesible para los hijos de los ricos, que formarán las élites sociales del futuro, y más difícil para los de los trabajadores a los que será cada vez más complicado el ascenso social. Culminar este modelo será el éxito de la reforma. A la vez que será el fracaso de una sociedad que quiera fomentar la igualdad de oportunidades en una colectividad democrática y libre o que intente conseguir mayor competitividad fomentando el diálogo entre empresarios y trabajadores, favoreciendo el crédito para la mejora de las estructuras empresariales y el fomento de I+D+I. 
    Esta reflexión intenta que entendamos lo que quiere decir el gobierno cuando, entre mentiras y medias verdades, nos cuenta los buenos resultados de su reforma, ocultando el deterioro para la vida del trabajador medio. Tanto esfuerzo realizado no ha servido para el cumplimiento de lo que el gobierno definió como su objetivo fundamental, la eliminación del “déficit”: hoy éste es superior al que existía con el gobierno de Zapatero. Ha conseguido, es cierto, una mejora importante de la balanza de pagos mejorando las exportaciones, a la vez que ha disminuido el consumo interno, los ingresos de Hacienda, la calidad de vida de los españoles y la confianza en una Europa que, como nuestro gobierno, parece más interesada en que los financieros cobren los resultados de su especulación que facilitar la vida de los ciudadanos. En los últimos años el pueblo español ha pagado para reflotar bancos mal gestionados la cantidad de 250.000 millones de € (el 25% del PIB), de los que solo recuperará 60.000 millones. Buena parte de los esfuerzos se han empleado en pagar incompetentes y corrupciones.
    En cuanto a las mentiras o medias verdades sobre las cifras del paro, sabemos ahora que la euforia gubernamental de los últimos meses, está muy poco respaldada. El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha cambiado este año su costumbre respecto de la EPA, publicando en nota aparte los datos “desestacionalizados”, por lo que las cifras son distintas: así los casi 150.000 puestos de trabajo creados en el segundo trimestre se deben exclusivamente al llamado efecto verano, es decir, el momentáneo aumento de la contratación en el sector de servicios, provocado por el turismo, sin subida real representativa. En julio la caída del paro en 64.866 personas, anunciada por Rajoy en el Congreso, corresponde al mismo motivo; de hecho cuando se desestaciona la estadística del mes pasado, el paro no sólo no cae, sino que aumenta en 7.600 personas. 
    Como hace años realiza EE. UU. y ahora comienzan Gran Bretaña y el Gobierno Francés, el paro se soluciona con dinero barato a las empresas, especialmente a las PYMES, y no con los consejos de la troika de bajar los sueldos el 10%, ni animando a la denuncia de unos trabajadores contra otros, fomentando la división entre los que menos tienen, en lugar de que el gobierno cumpla con su obligación y elimine el gran fraude y la corrupción de la vida española, con una rigurosa y eficaz intervención de la justicia.

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