La
movida parlamentaria a “cara de perro” que hemos vivido estos días se debe,
además de a la presión política interna y externa, a la munición facilitada por
Bárcenas. Un debate que ha revitalizado el parlamento pues, por primera vez en
la legislatura, los líderes políticos de la oposición han expresado el
pensamiento de los ciudadanos en lenguaje de la calle. Resulta triste mirar
hacia atrás y ver que en asuntos tan importantes como la Ley de Educación, la
reforma del mercado de trabajo, las renovables, los desahucios, así como los
destructivos recortes que han hipotecado nuestro futuro hayan pasado sin pena
ni gloria por el hemiciclo y haya sido la calle y algunos tribunales de
justicia quienes hayan dado la respuesta. La estrategia del “PP” ha cambiado y
la nueva reconoce algunas de las absurdas negaciones anteriores y de nuevo
vuelven a equivocarse y a mentir (el 72% cree que no dijo la verdad). Hoy
tienen urgencia en calmar dos frentes: Bárcenas, que cada vez es más difícil, y
manejar la justicia en personas y tiempos, tarea en la que llevan años y
tampoco lo tienen fácil. Es un tiempo de espera pues Bárcenas puede responder,
como parece que ha comentado en la cárcel, y poner en muy serio riesgo al
presidente, pues ahora Rajoy es mucho más vulnerable que antes de su comparecencia,
a la vez que la instrucción avanza incluso en agosto.
Rajoy, que ya ha nombrado al maldito,
dijo: “Me equivoqué. Lo lamento, pero fue así (…). Creí en su inocencia hasta
que llegaron los datos de las cuentas en Suiza con dinero no declarado”. Una vez
más mintió de forma contundente, ahora con aires de víctima, sin desmentir los
SMS cruzados con Bárcenas, que evidencian una auténtica negociación, después de
conocidas las cuentas en Suiza. Esto sería suficiente, además de su absoluta
falta de credibilidad, para la dimisión de Rajoy, si éste creyera en las
“responsabilidades políticas” y en la necesidad de “autoridad moral” pare
ejercer el poder. Ha reconocido que se habían pagado “sueldos (...), remuneraciones
complementarias por razón del cargo (...) anticipos o suplidos a justificar por
cargos inherentes al desempeño del cargo (...), como en todas partes. Es de justicia”.
Otra falsedad, pues en el PSOE y en la mayoría de partidos los cargos públicos pagan
y no cobran. El presidente no ha tenido en cuenta que los ministros no pueden
cobrar y que en la declaración de la renta se exige la procedencia de los
fondos. Quizás sea que confía en que como para demostrar que se cobra en “negro”
se exige el informe de Hacienda, ahora
bajo su control como ya hemos visto en el caso de la Infanta Cristina, no habrá
problemas.
Sin
embargo, ha evitado profundizar en el sumario, jactándose de no influir en la
investigación de un juez trabajador, que en todo momento ha contado con el
fiscal que es jerárquicamente dependiente del ministro de Justicia (al que
Bárcenas culpa de no hacer lo posible), y que no ha realizado ningún registro
ni llamado a la mayoría de los grandes empresarios donantes. Una serie de
incógnitas y zonas en blanco que apuntan a una despiadada lucha interna por el
poder dentro del “PP”.
Durante
mucho tiempo Rajoy, Cospedal y buena parte de la cúpula del “PP” han mentido
demasiadas veces sobre Bárcenas: sus vacilaciones y extrañas soluciones en su
situación con el partido, la rotunda afirmación de la falsedad de todos los
papeles como simples fotocopias sin sentido, la negación de los cobros… Sin
embargo los papeles de Bárcenas son cada vez más ciertos, así como los SMS.
Todos quisiéramos creer en la honestidad del presidente, pero por ahora la
inmensa mayoría creemos que miente una vez más. Las declaraciones como testigos
de los secretarios generales del “PP” pueden hacer esperar a Bárcenas,
especialmente lo que diga Cascos. Es posible que agosto sea definitivo y
Cospedal se encuentre en la misma situación que Rajoy.
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