domingo, 12 de mayo de 2019

CONSIDERACIONES POLÍTICAS DEL TIEMPO ENTRE ELECCIONES

    Todo apunta a que las pasadas elecciones generales, y especialmente sus resultados, han creado, al menos en algunas declaraciones, un clima político, aparentemente, sereno y más responsable, muy alejado del insulto y la mentira que dominaron los previos a las pasadas elecciones. Esperemos que se mantenga así. 
    Parece un acierto la posición del Presidente del Gobierno, en funciones, de recibir en La Moncloa a las principales formaciones de las pasadas elecciones, con la idea de conocer las posiciones de los grupos en los asuntos de Estado. Esto ha sido bien acogido, aunque las decisiones importantes se tomarán después del 26 M. Hay que reconocer que el lenguaje ha cambiado, al menos en  el "PP" y UP. Veremos.
    Es necesario resaltar previamente la importancia de las elecciones del 26M: 
   En las autonómicas, la crisis económica ha provocado un empeoramiento de las diferencias entre autonomías ricas y pobres, tal como aparece registrado en la última Contabilidad Regional del Instituto Nacional de Estadística (INE); la brecha regional ha aumentado, incumpliéndose así la exigencia de la necesaria solidaridad constitucional. 
    Las europeas se producen en un momento decisivo parecido al que acabamos de realizar a escala nacional. Por un lado, los demócratas europeos tenemos la responsabilidad de respaldar a quienes se comprometan a seguir impulsando la integración y en particular a reforzar las instituciones comunitarias para garantizar que los problemas de nuestra democracia puedan ser superados sin quedar expuestos a los ataques de quienes desean desnaturalizarla. Si los Salvini, Le Pen, Orbán o Abascal consiguen expandir sus mensajes entre el electorado, aumentando su presencia en el Europarlamento, pondrán en riesgo la propia existencia de la UE.
    Las municipales destacan por su cercanía democrática y la influencia en el día a día de nuestra vida. Por estas cosas y muchas más, es necesario ir a votar el 26M. 
    En cuanto a la respuesta de los tres líderes nacionales citados por Sánchez en la Moncloa, ha sido variada como lo será su papel con el futuro Gobierno de Sánchez.
    Pablo Casado, el primero en ser recibido, parece que ha aprendido del fracaso.  Lo más llamativo ha sido la forma en la que ambos afrontaron la crisis catalana, que hasta ahora había abierto entre ellos una brecha aparentemente imposible de cerrar. Según señaló La Moncloa y confirmó Casado, aunque sin dar muchos detalles, ambos acordaron abrir un diálogo sobre la situación en Cataluña sin condiciones previas. Su posición clara de líder de la oposición se verá reforzada por P. Sánchez.
    Rivera ejerció como líder de la oposición y como Presidente del Gobierno. Cualquier fuerza es dueña de fijar sus prioridades, pero no es lógico el énfasis con que Rivera volvió a exigir a Sánchez la inmediata aplicación del artículo 155 en Cataluña, sin tener en cuenta su bajada de votos allí, ni que el PSOE tiene mayoría absoluta en el Senado, tampoco tuvo en cuenta que el 68% de sus votantes quieren un pacto con el PSOE y pueden pensarse su voto en las próximas elecciones. Debería, de una vez, fijarse un rumbo, pues así no es fiable. Ofreció pactos de Estado en Educación, Migración y la España vacía. Le faltó hacerlo en su Feminismo Liberal, del que parece le sacaron demasiadas espinas. El ‘no’ a la independencia supera al ‘sí’ por primera vez desde el 1-O, según el CIS catalán. Rivera debería repensar lo que dijo de Sánchez sobre este tema.  
    En cuanto a UP, apareció como el socio preferente y su negociación será larga.
    Sólo el 26M aclarará el poder real de la izquierda y quién manda en la derecha.
    Mi sentido pesar, que uno al de muchos españoles, por la desaparición de mi compañero de partido y escaño, Alfredo Pérez Rubalcaba. 

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