domingo, 17 de junio de 2012

“EL RESCATE”: NUEVA CEREMONIA DE LA CONFUSIÓN

        Ahora nadie duda de que la mala gestión en la crisis de BANKIA haya sido el detonante del “rescate de la banca”. España parecía tener clara la idea, tanto por el gobierno anterior como por el actual, de evitar un rescate financiero, por las malas consecuencias para el país y para el gobierno. Italia se ofende, con razón, cuando le dicen que puede ser la siguiente. Pese a todo lo que nos han dicho, cuando se produce la situación no deseada, nos  venden “el rescate” como un acierto del gobierno. La primera noticia nos la da un telonero, el ministro de Economía; el presidente sólo comparece, cuando desde toda Europa le acusan de irresponsable en momentos tan decisivos. Su “light” rueda de prensa incorpora la ingenuidad política de atribuirse que fue él quien presionó para conseguirlo; desmentido después por el presidente de la Comisión, lo que ha aumentado su desprestigio y falta de credibilidad. Ahora nos anuncia que la comparecencia en el Congreso deberá esperar, incrementando la inseguridad y la desconfianza. A mayor abundamiento, los tres focos del poder económico (Hacienda, Economía y asesores de presidencia), nos hablan en distintos lenguajes, formando así una esperpéntica ceremonia de la confusión que daña a España. El gobierno no parece ser la solución, pues está agravando el problema.
Sabemos que el préstamo es de hasta 100.000 millones de € y que lo ha sido al gobierno de España, al 3% de interés. Este préstamo pasará a engrosar la deuda de España. Se callaron que casi todo ese dinero irá a parar a bancos nacionalizados, por lo que no se recuperará el importe prestado hasta que se privaticen; también, aunque fuera negado por el presidente, los intereses que genere ésta parte del préstamo aumentarán el déficit del Estado durante años, lo que traerá nuevos recortes o subida de impuestos.
También reconocemos que esta intervención financiera no es como las realizadas a Grecia, Portugal e Irlanda. Pero tampoco han dicho que con esta intervención se reduce la soberanía española sobre su sistema financiero, a la vez que se aumenta la intervención sobre el cumplimiento de déficit, abriendo importantes incógnitas con respecto al grado de ésta. Parece que el FMI “aconseja”, para garantizarlo, la subida del IVA, la bajada del sueldo de los funcionarios y la “racionalización” de las pensiones. La situación se agrava cuando nos dicen que el gobierno  “no hará caso a estos consejos”. Mala señal. 
Debemos entender, aunque no nos lo hayan explicado, que las reglas del fondo de rescate -tanto la temporal (FEEF) como la permanente (MED)- aun no han entrado en vigor (lo harán el próximo1 de julio), por lo que debemos suponer que a su entrada no cambiará lo pactado, pues la experiencia nos dice que siempre hay sorpresas negativas.
Rajoy nos ha contado que el dinero inyectado a los bancos servirá para facilitar dinero a las pymes y a las familias y así empezar a crecer. Ha ocultado que esa situación se demorará año y medio, si todo sale bien, y que el precio a los bancos de ese préstamo se hará al 8,5%, lo que hará poco accesibles los préstamos a la economía real.
Pese a lo que nos han dicho, y precisamente por la mala gestión del gobierno, el rescate ha influido negativamente en los mercados: la bolsa perdió al día siguiente el 0,5% (después de una semana en la que crecieron el 8%), la prima de riesgo llegó a superar los 550 puntos y el bono español a 10 años ha llegado al 7%, el más alto desde que existe el euro, a la vez que se ha rebajado nuestra calificación. Ahora la vicepresidenta intenta disminuir la importancia de esta situación, sin recordar a los españoles que el aumento de intereses de la deuda por estas causas ha anulado, en estos seis meses de gobierno, el ahorro de los recortes. Todo un extraño éxito, pues ahora sabemos que los recortes en educación y sanidad pueden no haber servido para nada.
Sr. Presidente, por el bien de España y para que recupere credibilidad ante los españoles y los mercados evitando un nuevo rescate, déjese de eufemismos para intentar confundirnos y llame, como tantas veces nos ha prometido, “al pan, pan y al vino, vino”. En resumen, no irrite a Europa, no divida a los españoles, haga POLÍTICA DE ESTADO y deje de decir lo contrario de lo que luego hace.

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