domingo, 22 de julio de 2012

ES NECESARIA OTRA GESTIÓN DEL SOCIALISMO


La caída del voto socialista en las pasadas elecciones locales, regionales y generales sumió al PSOE en el pesimismo y el desconcierto, situación que facilitó la tarea a los que, desde el poder, eran partidarios del continuismo. Esto impidió las necesarias reformas que deberían haberse producido como fruto de un profundo análisis que no llegó a producirse. Se pasó de puntillas por los graves problemas internos, dando paso a una solución, aparentemente estable y llena de buena voluntad, salida de un proceso congresual que no quiso asumir riesgos.
Después de unos meses de ver la deriva de la política del PP y la forma de evolucionar la opinión pública, sabemos que el desgaste lo están sufriendo por igual el gobierno y la oposición. Para la mayoría, ni al gobierno ni al primer partido de la oposición se les considera capaces de sacar a España de la crisis. Por su parte los jóvenes, que votaron mayoritariamente por el PP, más politizados que en el pasado, buscan ahora caminos nuevos fuera del debate clásico de los partidos. Pese a la crisis, sus preocupaciones principales son de carácter político: quieren soluciones y cambios importantes para la profundización de la democracia, la justicia social y buscan soluciones que sean justas como la dación en pago entre otras; en una palabra, leyes que persigan con eficacia la corrupción, los abusos de la banca, la protección del consumidor… Como otros muchos ciudadanos, se inclinan por soluciones como las listas abiertas, mayor participación, representación más proporcional, desaparición o cambio radical de las funciones del Senado; todo ello  para que el Parlamento sea más representativo y se produzca mayor claridad en los discursos políticos. Peticiones, en su mayoría progresistas, que no nos deben ser ajenas. Todo nos señala que en la sociedad española se está produciendo un profundo cambio del que no nos debemos quedar fuera.
Para adaptarnos es necesario comenzar modificando el modelo de partido que marcan los “Estatutos Federales”, causa de que buena parte de las agrupaciones locales se encuentren en muchos casos abandonadas, sin pulso y sometidas a un indeseable clientelismo para controlar la elección de compromisarios. Aspectos que han propiciado la desaparición del debate. Sólo la rica historia del partido y una especial fidelidad generacional a las siglas han evitado su desintegración. La situación no permite demasiada espera y sería deseable una reflexión colectiva hacia el otoño; tiempo en el que se podrá conocer, con alguna claridad, el resultado de las innumerables incertidumbres que ahora padecemos. Es muy posible que después de este otoño, que puede ser caliente, se empiece a perfilar un nuevo tiempo político para el que debemos estar preparados. No podemos seguir quietos mientras aumenta el desprestigio de los políticos y la idea de que todos los partidos son iguales. El PSOE tiene que aprovechar este especial momento histórico, como ya hizo en otros momentos.  
Rubalcaba y su equipo están desempeñando el trabajo de oposición con dignidad por lo que merecen nuestro respeto, a la vez que resultan imprescindibles para forzar el salto a un nuevo socialismo sin graves rupturas. Pero no por ello debemos olvidar que para la eficacia de cualquier dirección se necesita la fuerza moral que daría una elección con la participación directa de todos y cada uno de los militantes que integran el partido, sin trabas para la presentación de candidaturas -aunque fuera necesaria una segunda vuelta-, ni situaciones confusas que permitan el manejo provincial y local que hoy se produce en muchos espacios de la organización, por personajes que no se resignan a estar fuera de la influencia del poder.

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