domingo, 23 de diciembre de 2012

LAS MOVILIZACIONES TRANSVERSALES


      Las movilizaciones del 15M en 2011, modelo para muchos países del mundo, hicieron surgir un nuevo lenguaje político, desestructurado desde un punto de vista clásico, que conectó con un descontento general ya existente. Se puso en duda la representación democrática y el valor actual de muchas leyes que se consideraban, hasta entonces, inmutables y justas. Un nuevo discurso que empezó a oírse en esas originales movilizaciones que se llamaron, por primera vez, transversales. Casi dos años después no se ha avanzado nada, pues las cúpulas de las grandes formaciones políticas continúan sin estar interesadas en la transparencia democrática.
     Ahora, de nuevo, nuestra sociedad está viviendo un tiempo de movilizaciones sociales que tampoco están siendo promovidas por partidos políticos ni sindicatos. Más bien se están convocando por reivindicaciones profesionales, aspectos sociales concretos o intereses de muy distinto tipo. A estos colectivos que llenan las calles, tampoco les gusta la sociedad a la que caminamos, ni se consideran representados por las organizaciones que dirigen la vida política ni se fían de ellos. Muchos de los movilizados no se habían visto nunca juntos ni en actitudes como las que muestran en público, por lo que puede deducirse que viven una situación que consideran excepcional, única y grave.  
     Curiosamente, muchas de estas recientes movilizaciones de descontentos las protagonizan las élites sociales: rectores, catedráticos y profesores de universidad; profesores de educación primaria, secundaria y de escuelas infantiles; médicos, enfermeras y auxiliares; jueces, fiscales, secretarios de juzgados y abogados de ejercicio libre; inspectores de hacienda y economistas; científicos e investigadores... Se movilizan, además de por sus intereses corporativos correspondientes, contra cualquier forma de privatización, a la vez que expresan su deseo de mantener la gestión pública de los distintos asuntos que les competen. Proclaman también la igualdad, gratuidad y generalización de los servicios que prestan, considerando los recortes como un error económico que perjudica el futuro del país. Asuntos, en su mayoría, que pueden mirarse con simpatía por ideologías de izquierdas, pero para los que los participantes no piden el apoyo de partido político alguno. Únicamente pretenden que el gobierno desista, a través del diálogo, de sus actuales políticas que consideran perniciosas.
     Por otra parte los jubilados, los parados, los abandonados por los recortes a la ley de dependencia, los contrarios a los desahucios, los engañados por la compra de deuda subordinada y preferentes, además de otros colectivos afectados por las muchas injusticias del gobierno, están realizando igualmente manifestaciones transversales con fines más sociales o de supervivencia, dentro de descontentos similares. Es evidente que están sugiriendo nuevas y autónomas formas de ver y hacer política que van a requerir por los partidos políticos clásicos mayor cercanía a las peticiones que realizan para analizarlas y hacer una tarea integradora que pueda aplicarse a todo el país, facilitando la participación en las necesarias reformas estructurales de carácter político, económico o social que son cada vez más necesarias. 
      Lo que sí queda claro es que el gobierno se está quedando sin apoyo social y político, además de carecer de la complicidad de los expertos implicados en los recortes y en las nuevas leyes, muchos de ellos votantes asiduos del PP. Pese a todo, sigue empeñado en su vocación de partido único y totalitario, manteniendo en su lenguaje público dos obsesiones: echar la culpa de todo al PSOE y decirnos que todo lo que hace es lo único que puede hacerse. En la primera parte debería analizar que su forma despótica de gobernar; de hacer  los cambios por decreto, despreciando el parlamento; la falta de transparencia en los problemas financieros; los errores de BANKIA con un consejo de dominio del PP; las amnistías del Consejo de Ministros a los condenados por corrupción y engaños inmobiliarios; la falta de medios para perseguir el fraude fiscal; la ley sobre los depósitos bancarios de tipo cero (única en el mundo) para evitar ingresos a las autonomías y favorecer a los bancos; el déficit sanitario y general de autonomías como Madrid, Valencia o Murcia…Son, entre otras muchas cosas, de su exclusiva responsabilidad. Por otra parte, que nos quieran hacer creer que no se equivocan nunca, hace imposible cualquier participación o acuerdo. 
     El PSOE, la otra alternativa política, no es reconocida como tal en las movilizaciones. Su cúpula de poder se muestra recelosa a los grandes cambios, en los que cree ver evidentes riesgos, encontrándose a la espera de un futuro imprevisible que le lleve el poder, aportando ligeros maquillajes en personas y comportamientos. No se da cuenta de que en el actual momento no es creíble y que necesita mayor generosidad en su interpretación del cambio político. Posiciones que hacen más desesperada la situación a una mayoría de ciudadanos que aspiramos a importantes cambios sociales y políticos, o que se encuentran perjudicados por los recortes, están parados, perjudicados por corrupciones o por las muchas injusticias y las malas formas que tanto abundan. 
     Parece claro que la única solución  a la que avocan consiste en aumentar el nivel de las movilizaciones, concentrando todos los descontentos, hasta conseguir el diálogo con el gobierno e intentar un gran pacto de Estado. Mientras tanto iremos viendo cómo crecen los nacionalismos extremos que amenazan la unidad del país, a la vez que los recortes, las deudas de las instituciones a las empresas, el aumento del paro y la ausencia de préstamos bancarios van aplazando la posibilidad de una salida en un tiempo razonable. Ya se empieza a hablar, desgraciadamente con razón, de una década perdida.
     Mientras la Europa-germana, de la Sra. Merkel, sigue ensimismada en el nacionalismo-calvinista de los dirigentes, protegiendo sus intereses nacionales a toda costa, a la vez que retrasa cualquier decisión común que pueda distraerla, todo hasta que llegue septiembre.
Salud, que la Navidad os sea leve y si podéis, sed felices.

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