domingo, 16 de diciembre de 2012

LAS OCURRENCIAS DE MONTORO



Hace tiempo, allá por los comienzos de los años noventa, su señoría Montoro, era un simple diputado de a pié en la oposición, que aguantaba con heroico estoicismo las frecuentes risas de los diputados hacia su persona sin que se conozca la causa, salvo su voz aflautada en sus escasas intervenciones. Lo cierto es que en algunos debates, una voz potente en el hemiciclo rompía el silencio sin motivo, afirmando: “Montoro dimisión”, seguido de una cascada de risas ante la ocurrencia.  Desde entonces hasta ahora la carrera de Montoro ha sido casi meteórica y hoy, ya ministro de Hacienda, ha adquirido un tono de suficiencia en la Cámara que nos impide ver, debido al momento trágico que vive el país, la parte cómica que aún permanece en tan importante personaje.
     Los derroteros del nuevo Cristóbal Montoro se están inclinando hacia la ocurrencia, posiblemente aderezada con el resquemor de tiempos pasados. Algunas son bienintencionadas como cuando dijo en la radio: "Vamos a exigir responsabilidades penales a los malos gestores públicos”, dando la impresión de que pretendía meter a la mitad del PP en la cárcel; afirmación que tuvo que ser desmentida por su propio partido. Recientemente nos anuncia que 2013 será el final de la crisis, una predicción difícilmente creíble.  La última, peor intencionada, ha sido amenazar con difundir una relación de los principales evasores y morosos con el fisco. Una lista negra que pretende sacar en 2013. El asunto sería una ocurrencia más, si no fuera porque viene precedida de una advertencia a la prensa que le critica: “Escucho y leo palabras éticas, también pronunciadas en editoriales de medios de comunicación, que no tienen duda a la hora de referir a la sociedad española la importancia que tiene aflorar bases imponibles para financiar nuestros servicios públicos cuando esos medios de comunicación tienen importantísimas deudas con la Hacienda Pública. Yo pido a todos más coherencia y más lógica y recuperar lo que hubo en esta Cámara en pasados episodios de regularización fiscal”. Todo apuntaba a que estaba amenazando con publicar listas si continuaban haciendo críticas a su gestión. Esta figura se llama “chantaje”. A la vez, me pregunto: ¿Es que la Hacienda Pública no tiene medios para hacer pagar a un contribuyente del que conoce su nombre y cuantía de la deuda? De todos modos parece que la medida es buena, pues puede colaborar a la claridad que debe rodear a la  función pública. Pero esta sensata transparencia debe generalizarse sin excepciones.
     En esta línea debería hacerse pública la lista de los indultados por la amnistía fiscal para que conozcamos a los sinvergüenzas que conviven entre nosotros, junto a otras tantas listas:
  • La de los indultados en Consejo de Ministros, para que veamos que los indultos no son neutros.
  • La lista denunciada y conocida por el fisco de los que tienen cuentas en Suiza, para que los conozcamos a todos y podamos pedirles explicaciones o dimisiones merecidas.
  • La relación de cargos de confianza de los distintos partidos con sus correspondientes sueldos y méritos en las administraciones local, autonómica y central, para que sepamos el ahorro que supondría su desaparición y la sustitución por funcionarios ya existentes a los que se presume imparcialidad y formación, con lo que ahorraríamos en gasto  y disminuiríamos los despidos.
  • La relación de aquellos diputados y senadores que cobran residencia y que disponen de pisos de su propiedad en Madrid. Así como la justificación de las Cortes para este pago, una vez conocida esta realidad.
  • La relación del patrimonio rústico y urbano de la Iglesia, para que los españoles sepamos su riqueza y el ahorro en impuestos que le supone no cobrar al primer propietario del país. Quién por cierto no levanta su voz a favor de los pobres y únicamente aporta el 1,8% de su coste a la importante labor de Cáritas.
  • La lista de los colocados a dedo en las empresas públicas.
  • La relación de empresas españolas que pagan sus impuestos fuera del país y los que tienen su dinero en otros paraísos fiscales…

     Sr. Montoro, no se quede en las primeras matas y llegue hasta el final y saque una ley de transparencia que haga creíble al gobierno. De esa forma lo que ahora es una ocurrencia pasaría a ser una excelente idea. Así no existirá la tentación de repetir lo que en tiempos de Franco se dijo ante el sorprendente nombramiento, como ministro de Agricultura, de D. Cirilo Cánovas. Ante la designación un intimo amigo del recién nombrado, para comunicar el nombramiento a otro amigo común, mandó el siguiente telegrama: “Cirilo ministro. Te lo juro por mi madre”. Un nombramiento tan sorprendente que el comunicante tuvo que jurar por su madre para ser creído.

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