domingo, 13 de enero de 2013

IDEOLOGÍA, NEGOCIO Y CORRUPCIÓN (Continua el análisis del primer año de gestión)


En las pasadas elecciones generales, el “PP” se presentó con un programa que pretendía marcar sus principios ideológicos. Estaba basado en la bajada de impuestos, el respeto a determinadas líneas rojas de tipo social y una serie de reformas estructurales escasamente definidas. Al mismo tiempo que pretendía un enflaquecimiento del Estado y un aumento del centralismo. La gestión del pasado año ha descubierto la realidad de lo que pretendían: las llamadas líneas rojas eran únicamente el reclamo para conseguir el voto de los desengañados por la crisis; las reformas estructurales no estaban pensadas ni tenían previsto cómo hacerlas; respecto al enflaquecimiento del Estado, el centro de su ideología, se ha ido transformando en una excelente línea de negocio para los suyos a la vez que la tarea pública, especialmente la autonómica, aumentaba la ya generalizada corrupción. Por último, la desesperada salida de CiU, su tradicional colaborador, ha dejado al descubierto la ausencia de ideas políticas del PP ante los problemas de Estado, a la vez que muchas de sus autonomías no admiten ya el centralismo. Han acertado en que el momento para defender sus intereses ha sido el adecuado, pues gracias al clientelismo generalizado en el país no existe fuerza moral en los partidos políticos, en los sindicatos ni en buena parte de los movimientos sociales. 
      En esta situación los afectados por el expolio social salen a la calle indignados ante las privatizaciones y los recortes, llenos de razones, a la vez que se ven impotentes para contener el empobrecimiento de unas clases medias que han experimentado en 2012 la mayor caída de ingresos desde que existe este dato, agudizado por las injusticias de un gobierno que obstaculiza la defensa jurídica de los ciudadanos y modifica las reglas democráticas relacionadas con la protesta. Mientras vemos cómo se pierde prestigio internacional, se incumplen los objetivos económicos marcados por Europa y España se hunde en una desesperante caída que hace inútiles los sacrificios realizados. Para mayor ignominia, el FMI, el mismo que propició y alabó los recortes, dice que por ese camino nuestro país va hacia la ruina. Pese a ello, nadie parece tener intención de cambiar el rumbo que nos ha llevado a los recortes, e iniciar de manera rápida políticas de crecimiento que disminuyan la gran lacra del paro.
      La privatización de la sanidad es un gran negocio que está siendo liderado por los grupos Capio y Rivera Salud (el de Alcira), donde se acercan a medrar muchos políticos del gobierno, quienes ocultan con eufemismos (“aprovechamos las sinergias entre lo privado y lo público” o “externalizamos servicios”), unas privatizaciones que se realizan sin estudios que las justifiquen y con una opacidad democrática absoluta. En la privatización de la enseñanza la gran beneficiada está siendo la jerarquía eclesiástica que actúa en esta cuestión como una sociedad anónima, aceptando con sus expresivos silencios las injusticias sociales de todo tipo que propician la pobreza. Mientras tanto, vemos impotentes cómo se degrada la enseñanza pública, disminuyendo los profesores en todos los niveles, los servicios complementarios, las becas, aumentando el coste de las matriculas, los másters…Muchos universitarios se van a estudiar a Francia por ser más barato.
      Vemos también que no hay interés en atajar la corrupción: el Banco de España, el organismo supervisor que podría evitar una parte, miró para otro lado; el Tribunal de Cuentas tarda años en sus informes así como las sentencias firmes en la justicia. Todo en un momento en que es más necesario que nunca conseguir el prestigio de la POLÍTICA para encontrar soluciones válidas, consensuadas y creíbles. 
      Ahora parece que la Camorra italiana busca cobijo en España. ¿Será casualidad?

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