domingo, 6 de enero de 2013

LA SENSACIÓN DE SER SUBDITO (Análisis de un año de gestión)


     Tengo esa mala sensación, mientras veo como el gobierno limita los derechos básicos de una democracia que, en un tiempo atrás, la sentía como ciudadano. Me refiero a la merma que están provocando en la calidad de los servicios públicos básicos por su utilización economicista; excusa con la que realizan recortes para privatizar la educación, la sanidad, así como para encarecer la justicia para eludir de su uso a los que menos tienen o abandonar a los dependientes. Al mismo tiempo que limitan el derecho de protesta y proliferan las investigaciones policiales sin control. Comprendo la necesidad de sacrificios para superar la crisis pero no la prepotencia que exhibe una mayoría que manda sin gobernar, tampoco la ausencia de explicaciones sobre lo que se nos  impone y, sobre todo, me domina una sensación de impotencia hacia un gobierno que exige sacrificios al pueblo, con frecuencia injustos, sin contar con ese pueblo. Mientras hace esto, protege a la banca, a los que evaden capitales, a los suyos con los que comparte una extraña mezcla de ideología y negocio, así como a las grandes corporaciones como las Sociedades de Inversión de Capital Variable (SICAV). Observo también cómo los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, o cómo los jóvenes, muchos de ellos bien preparados, tienen que emigrar por no tener futuro en su país. Por todo ello me siento súbdito. Aunque bastaría para sentirme así, el que no me considero representado por unos partidos políticos que fomentan la sumisión.

     Por otro lado, la evolución de la economía para cumplir con el déficit ha sido:

     Podemos decir que a doce meses de su investidura todos los indicadores económicos han acelerado su deterioro, a la vez que aumenta el paro. Hoy tenemos la misma población activa que en 2003 con cinco millones de habitantes más; con una disminución del 20% en las políticas activas de empleo. A su vez, la falta de transparencia ha creado 300 casos de corrupción política. Casos como el de Bankia y otros menos conocidos como el caso del Banco de Valencia al que se inyectaron 7.000 millones de euros de dinero público, vendiéndose poco después a la Caixa por el precio de un euro. Esa mala administración nos llevará a un déficit cercano al 7% del PIB.

     Otro elemento alarmante de este primer año ha sido la improvisación, pues si tuvieran un proyecto serio, profundo y consistente lo presentarían como un paquete conjunto y con sentido y no a base de decretos inconexos cuyos contenidos nadie conoce antes de que se anuncien.

     Rajoy ha dedicado mucho tiempo a oscurecer el pasado pero no ha conseguido iluminar el futuro. En 2013, hará una nueva exhibición de resistencia con improvisaciones, eufemismos y promesas. Como ha hecho siempre. Me está haciendo pensar que lo que es bueno para España no es bueno para los españoles. Curioso, ¿no?

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