domingo, 21 de abril de 2013

UN GOBIERNO EN LA OPOSICIÓN


      Después de año y medio de Gobierno, parece cada vez más evidente que el ejecutivo y el partido que le apoya mantienen vigentes su lenguaje y comportamientos de oposición. Continúa como meses atrás, cuando no eran gobierno, atacando al PSOE culpándole de los recortes que ellos aplican sin fundamento. Sus ataques más furibundos siguen dirigiéndose a los que preguntan sobre lo que hacen y no explican. La política informativa necesaria para un gobierno democrático no existe, no hay más que ver su comportamiento en el caso de crisis institucional de corrupción, en las actuaciones sobre los recortes o en su política económica de cara a Europa, de la que es “oposición obediente” e incluso su silencio en las entrevistas con Uzkullu, el FMI y Bárcenas. En el ataque contra los “escraches”, se veía a los miembros del gobierno coordinados y sin tartamudeos a la hora de condenar sus actuaciones, criminalizándolos para culpar a las víctimas, como en sus mejores tiempos de oposición. Mirándose el ombligo de su seguridad no han contado los miles de niños que se han visto en la calle por culpa de una ley injusta para cuyo cambio existe una iniciativa popular con 1.500.000 firmas. Cospedal dice que sus militantes se aprietan el cinturón para pagar la hipoteca, condenando a los desahuciados. Lo mismo que hicieron con el 15 S nada más llegar al gobierno. Su obsesión es que todo lo hacen porque no tienen otro remedio y que son víctimas de situaciones sobrevenidas. Lo más difícil de explicar es cómo en la mayor parte de sus políticas, que dicen no hacer pero que hacen, obtienen beneficios. 
    Ya sabemos que la cúpula del “PP”, con Rajoy como presidente, realizó blanqueo de dinero; que las donaciones aumentaban sospechosamente en las inmediaciones de procesos electorales; que los papeles publicados están validados por su propia contabilidad; que han recibido donaciones fuera de la ley; que hay indicios  de impagos a la hacienda pública y que muchas de las empresas donantes han sido favorecidas por subvenciones o contratos de sus instituciones. Sabemos que su partido no registró los pagos que han admitido recibir algunos dirigentes y, con certeza, que Cospedal mintió públicamente sobre la situación de Bárcenas y que Montoro no dijo la verdad sobre sus sobresueldos en el Congreso. Mientras, el PP guarda silencio, presiona a jueces y fiscales para que terminen, y busca un chivo expiatorio sobre el que puedan ejercer su duro lenguaje de oposición y a la vez intentan matar al mensajero. Todo de sentido común, como dijo Bárcenas en el juzgado. 
      Las Cortes no las consideran el lugar adecuado para dar explicaciones, pues hay muchos preguntones como en las ruedas de prensa y además no votan sus propuestas. Pese a todo, sus voceros, piden la dimisión de “los otros” a los que culpan sin juzgar, mientras “ellos” exigen la presunción de inocencia.  Son sus formas.
      Para dejar sin algunas razones opositoras a este  gobierno irresponsable, el banco de España nos informa con gráficos que en los siete años de Zapatero la deuda de las administraciones creció lo mismo que en el año y medio de Rajoy y que, según Hacienda, el Ayuntamiento de Madrid sigue siendo el más endeudado de España, sin que eso tenga consecuencias. Además todos los recortes de este tiempo han servido para destrozar el “Estado de Bienestar” y desde el punto de vista macroeconómico para rebajar el “déficit” algunas décimas, respecto al que encontraron. Eso sí, sin contar la repercusión del rescate a la banca y otras trampas de Hacienda que llegarían al 10,3 % del PIB.
    El gobierno debería saber que las injusticias que producen marginación social, la corrupción sin castigo y los duros e injustos insultos hacia los que protestan, son generadores de la violencia que condenan.

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