domingo, 16 de junio de 2013

LAS PENSIONES

      Últimamente parece que quienes mandan en Europa pretenden eliminar la esperanza en un futuro mejor. Poco a poco la Europa solidaria y democrática está  perdiendo estos principios, cediendo a los intereses financieros los derechos de los ciudadanos. Las exigencias sobre las pensiones es un ejemplo de esta tendencia.
     Antes de hablar de este futuro debemos conocer la situación actual de los “fondos de pensiones” que constituyen la meta a la que quieren llevarnos. Se anuncian sobre tres ventajas: pagar menos impuestos, obtener buena rentabilidad a corto plazo y asegurar un dinero para el futuro. Pues bien, es cierto que se obtiene una rebaja del 15% del IRPF al adquirirlos, para después pagar todo junto cuando te jubilas, con un descuento del 40%, acumulando el resto a la renta del año con tipos más altos, lo que supone pagar cerca del 20% del dinero ahorrado. El banco dispone de él durante 30-40 años  y su rentabilidad nunca llega a cubrir la inflación, siendo inferior a la de los bonos del Estado a 10 años, aunque las comisiones sitúan su rentabilidad final en el entorno del 1%. La opacidad informativa es total; en la parte de riesgo de este fondo las pérdidas pueden llevar a rentabilidad negativa. Para los gestores financieros todo es beneficio, pues el ahorro impositivo corre a cargo del Estado. Se intenta sacrificar la solidaridad generacional en beneficio de las ganancias financieras.
    La coartada de los sabios empleada por el gobierno, la mayoría relacionados con la banca y las aseguradoras, ponen a España a la cabeza de Europa en los ajustes de pensiones. La revisión no es necesaria ni urgente, pues ya se hizo hace solamente dos años, con acuerdo de partidos y sindicatos. Entonces el PP afirmaba que no consentiría ninguna rebaja. Es un tema relacionado con la tasa de paro  (desde el verano de 2011, el sistema ha perdido 1,3 millones de afiliados), el envejecimiento de la población y la salida de los emigrantes. Bruselas exige una reforma para conseguir la sostenibilidad con los mismos parámetros actuales y en todo momento, este drástico sistema de igualar ingresos y gastos puede conducir a recortes de pensiones del 20% y el 30%, lo que llevaría a la pobreza, si no se refuerzan los ingresos con planes privados de pensiones como los que hemos visto. Otra solución sería considerar el sistema de pensiones como un instrumento social y no estrictamente financiero. Para ello la ampliación de fondos habría de venir de cotizaciones (aumentando los tipos del trabajador o del empresario), de los impuestos generales o de deuda, según la situación económica. Los recursos necesarios no serían excesivos y es muy posible que los ahorros actuales nos permitieran llegar al crecimiento y verlo desde otra perspectiva. Pensemos que en España las pensiones cuestan un 10% del PIB y que en el 2050, según la UE, costaría el 14% del PIB. Es decir, menos de lo que hoy gastan en pensiones Francia, Italia y Austria por ejemplo. Una predicción, partiendo de los datos actuales hasta el año 2050, plantea demasiadas incertidumbres, pero es seguro que de seguir las orientaciones de los sabios, el aumento de los “planes de pensiones” sería notable con el consiguiente enriquecimiento de las entidades financieras. La opción es ideológica, aunque hay que considerar las pensiones  como un bien social viable económicamente, pero exigirá el aumento de la edad de jubilación. La opción de los sabios es una clara apuesta por la duración de la crisis. De seguir con los recortes, sin liquidez en la economía y con subida de impuestos al consumo y a las clases medias, los españoles no tenemos futuro.
    En cuanto a otros asuntos relevantes, quiero mostrar mi satisfacción por el reconocimiento del Parlamento Europeo a la Plataforma Antidesahucios y porque Estrasburgo obliga a la dación en pago a las familias en quiebra, así como por la entrada en vía penal de las preferentes de Bankia. 

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