domingo, 5 de julio de 2015

EL SIGNIFICATIVO CASO GRIEGO

   La economía griega se nos presenta como la historia de una muerte anunciada e inevitable, pero una muerte que no conviene a Grecia ni al euro. Además, se añaden errores y desconfianzas, que dejaban poco espacio para asumir un realismo posible por parte de Grecia, aunque necesitada de la solidaridad de Europa. Pero, sobre todo, está omnipresente la globalización, en cuyas políticas está inserta la UE, que no permite que los países se desvíen de sus reglas, las políticas nacionales tienen que someterse a las reglas marcadas para evitar riesgos al capital. Las personas no cuentan en ese proceso.
    El origen de la crisis tiene lugar en 2010 cuando Papandreu anunció que la contabilidad oficial del gobierno de la UD era errónea: el déficit presupuestario en 2009 no era del 6%, sino, después de una auditoría, del 15,7% y la deuda pública no era del 113%, sino del 130%. Eso provocó una absoluta desconfianza entre Grecia y Bruselas. El rescate organizado por las instituciones europeas y el FMI estuvo influido por el miedo de los bancos a recuperar su dinero, lo que supuso unas garantías financieras enormes. En poco tiempo la economía griega sufrió una contracción brutal. El mundo laboral se redujo a 3,5 millones de griegos trabajando y 3,3 millones de parados y la deuda llegó al 180% actual. Sin que pese a ello Europa pusiera paliativos que hicieran soportable la situación socio-económica para el pueblo griego. El rompecabezas se complicó políticamente con el triunfo de Tsipras y el deseo de muchos gobiernos, entre ellos el de España, de evitar el contagio con un triunfo en las negociaciones. Hasta que Grecia en un error en las formas decide un referéndum difícil de entender, aunque cargado de sentimientos y con el añadido de su indiscutible valor democrático.
     Ante la pregunta del referéndum: ¿acepta Vd. las condiciones impuestas por la Comisión, el BCE y el FMI? SI o NO (que pese a la aparente sencillez, es un asunto muy técnico), Europa ha tomado cartas muy directas a favor del SI: el presidente de la Comisión, afirma que el NO supone la salida automática del Euro, algo fuera de sus competencias. Mientras Merkel, que vaticina el triunfo del SI, habla de negociar después del referéndum. Todos quieren eliminar al gobierno incómodo.
    El problema surge cuando la política se encoge y la economía empeora. Ante ello cabe hacerse la pregunta de Omar Issing: ¿Es posible una unión monetaria a largo plazo sin una unión política? A la vez que comenta: “La política monetaria de la UE no podrá luchar contra el paro. Lo que nos lleva a la conclusión de que los llamamientos a una Europa social van en mala dirección. Para nada ha servido la experiencia de los dos rescates anteriores en los que el pueblo griego ha sufrido la máxima escasez, hasta la humillación nacional, a la vez que empeoraba la situación económica. Grecia no puede pagar sola los platos rotos. Es necesario que la Europa de los valores democráticos asuma, sin trabas, los gobiernos democráticos y haga justicia sin distinciones. Los que quieren cobrar, no podrán hacerlo si Grecia se marcha y no sigue las normas o usa su situación geopolítica como advierte Obama. Por ello, el FMI dice que no prestará un € si no hay una quita para que Grecia salga adelante. La quita la valora en 1/3 de la deuda (80.000 millones de €), aboga por un préstamo de 60.000 millones a pagar en 40 años (doble de lo ofrecido hasta ahora). Europa pierde la iniciativa.
    Cada vez más, Europa necesita avanzar en la unión política y recuperar la ilusión de los ciudadanos. Un país de la UE no puede tener ahora al mismo tiempo democracia, una globalización como la actual y soberanía nacional. Lo que se haga con Grecia puede ser un modelo significativo para todos. La actual UE, si no evoluciona hacia la unión política, estará obligándonos a hacer un viaje hacia ninguna parte.

    

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