domingo, 13 de marzo de 2016

EL OCASO DE LA FILOSOFÍA

    La imposición de la LOMCE, propiciada por Wert, además de la búsqueda del desprestigio de la educación pública, implicó un retroceso definitivo en el protagonismo que deben desempeñar la filosofía y las disciplinas humanísticas en el curriculum educativo español. Una reforma influida por las tendencias del sector católico más conservador preocupado por preservar el adoctrinamiento religioso dentro de la escuela púbica, dando espacio a una tradición de dogmatismo de origen religioso que impregna toda nuestra cultura. Un sesgo diferenciador de la cultura dominante en occidente, que tiene serias consecuencias negativas en la vida social y política, que analizamos.
    La filosofía cumple, entre otras, tres funciones básicas: 1) crear espacios para fomentar una actitud de crítica, 2) proporcionar una unidad de sentido a las distintas experiencias cognitivas proporcionadas por las ciencias, 3) establecer criterios racionales para un diálogo que permita la convivencia civilizada. La primera es imprescindible en una sociedad democrática y consiste en asumir críticamente las creencias, valores y construcciones que aporta nuestro entorno. Una especial vacuna contra la irracionalidad del dogma. La segunda pretende la creación de vínculos entre las diversas aportaciones científicas que nos permita analizar nuestro lugar en el mundo como consecuencia de una nueva percepción de lo real y reconocer la existencia de otras realidades culturales. Y la tercera consiste en reconocer los valores del otro y establecer un diálogo permanente que permita asumir los cambios que la sociedad necesita incorporar para seguir creciendo en valores. Sin duda el ocaso de la filosofía tiene su lectura en el panorama político actual.
    El olvido de la actitud crítica ha derivado en que los partidos políticos españoles carecen de democracia interna, circunstancia que lleva a la presentación de listas que hacen difícil cumplir la voluntad popular, así como nombramientos basados en el clientelismo que buscan la permanencia de los poderes internos, a la vez que se anula el control institucional por los intereses partidarios. Este ocaso de la ética ha generado una gigantesca corrupción. Se añade una ley electoral decimonónica, nacida en circunstancias excepcionales y que se ha mantenido por interés exclusivo del bipartidismo. Así no se puede seguir construyendo una democracia. Pero además se ha evitado zanjar la guerra civil, incumpliendo la Ley de la Memoria Histórica. Aspectos que hacen que esta singular democracia no se entienda fuera de nuestras fronteras.
    Pero además, la permanencia del dogma ha impedido el adecuado uso de la razón y el empleo de las doctrinas políticas usuales. Así consideramos palabras mágicas las ideas de izquierda y derecha a las que se dan valores absolutos sin analizar su necesaria evolución, pues sabemos por la filosofía que todos los valores son históricos. La izquierda debe basarse en la solidez, racionalidad, aportaciones sociales de su programa y una gran honestidad para intentar cumplirlo. Valores que evolucionan como ha demostrado la escuela de Frankfort. Preferir el poder al programa es tan poco honesto, como impedir el diálogo sólo por la etiqueta.  
    La actual situación política arranca de una mayoría absoluta que ha tenido importantes "tics" de dictadura, ignorando los valores sociales, políticos y éticos. Es necesario cambiar esa forma de gobernar. Un punto de partida para una negociación de todos con todos. Las exclusiones previas, las descalificaciones, los protagonismos, los afanes de victoria, y los dogmas, son síntomas de no querer negociar y de incapacidad para ver más allá de su siglas. Espero que la experiencia en el Congreso sobre la actitud de Rajoy y el trabajo conjunto de PSOE, C's y Podemos, sea una experiencia útil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario