domingo, 11 de diciembre de 2016

LA PEQUEÑA ESPERANZA QUE VIENE DE AUSTRIA

   En los últimos tiempos hemos ido viendo cómo nuestro mundo globalizado iba tomando caminos difícilmente controlables e incluso impredecibles. La experiencia histórica nos dice que algunas de las mayores atrocidades de la humanidad han venido de la mano de la democracia. Un sistema de libertad de elección que da un poder imponente e indiscutido al elegido. Sin saber muy bien cómo, en nuestro entorno democrático, hemos ido sustituyendo la utopía por el populismo y la solidaridad por el egoísmo. Nuestros viejos modelos de sabios honestos han sido sustituidos por corruptos de rápido enriquecimiento y nos hemos acostumbrado a que nuestros líderes políticos no respeten la ética política. Quizás estemos al borde de un nuevo proceso de barbarie, pero creo que aún conservamos suficientes valores como para que esto no ocurra. No debemos olvidar que sólo la cultura y el conocimiento generalizado pueden evitar las diferencias de clase y con ello el odio social. No es buen síntoma que nos miremos últimamente menos de frente y más de reojo. Pero conozcamos esa pequeña esperanza.   
    La República de Austria es un estado pequeño, muy representativo: tiene una extensión de 83.871km2 que lo pueblan 8,5 millones de personas. La mayor parte de la población habla alemán, que además es el idioma oficial, pero también se hablan otros idiomas que son oficiales en algunas zonas concretas como el croata, el esloveno y el húngaro. Limita con la República Checa, Alemania, Eslovaquia, Hungría, Italia , Suiza y Liechtenstein. La pequeña esperanza de la que se habla en Europa, ha sido la victoria clara y no como en las otras ocasiones de Van der Bellen, un político ecologista, socialmente avanzado y con posiciones claramente europeístas, al que ha votado la mayoría de la población, dejando atrás al líder austriaco de ultraderecha, Norber Hofer, muy cercano al nacionalismo excluyente de muchos líderes europeos.
   La derrota del italiano Matteo Renzi, que ha comprometido su liderazgo en una compleja reforma constitucional, sin un previo pacto político, ha metido a Italia en un nuevo laberinto político. Es indudable que la situación ofrece el riesgo de un retorno de la vieja derecha, pero parece que la presidencia de la República puede controlar todo, aunque no sea por demasiado tiempo. Italia, por otro lado, atraviesa una mala situación financiera: la Agencia Moody´s ha bajado la perspectiva inversora. El caos italiano parece eclipsado por las medidas de Draghi de prorrogar los estímulos inversores hasta final de 2017, un final que, por cierto, acumulará demasiadas incertidumbres políticas de tono mayor. Dicen que, no tardando mucho, asistiremos al retorno de Renzi.
   Mayor riesgo tienen las próximas elecciones generales en Alemania y presidenciales de Francia. En Alemania, Merkel anuncia que para luchar contra el populismo se inclinará más a la derecha. Una situación enormemente preocupante pues parece que la socialdemocracia no podrá imponer nuevos criterios propios, acorde con su pasada ideología. Francia promete una lucha entre la extrema derecha del Frente Nacional, que ahora quiere dejar sin escuela a los niños migrantes sin papeles, y la derecha tradicional del conservador François Fillon. Las encuestas dejan a la izquierda, aún dividida, fuera de la segunda vuelta. Lo que hace como muy probable que la izquierda, para evitar males mayores, tenga que votar al candidato conservador. 
   Por último, en España, donde gobierna un partido lleno de corrupción y engaño, gracias al patriotismo socialista, sólo dos últimas noticias para una reflexión más: "La UE amenaza a España con una multa por no sancionar a Volkswagen" y "31 empresas ocultan facturas de gastos electorales del PP". Es difícil que encontremos un día sin noticias nuevas sobre su corrupción, pero los españoles los votan. Preocupante, ¿no?

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