domingo, 18 de junio de 2017

CUARENTA AÑOS DESPUÉS

   El año 1977 fue definitivo para la implantación de la democracia en España. Desde su inicio se aceleraron los acontecimientos políticos de todo tipo: el 5 de enero se suprimió el Tribunal de Orden Público y se derogó la Ley Antiterrorista. Como contrapunto, se producía, el día 24, el asesinato de cinco abogados laboralistas en su despacho de la calle de Atocha de Madrid. Menos de dos meses después se detendrían los presuntos culpables del crimen, sin que se conociera el jefe que lo ordenó. También se gestaría ese año una ley no escrita de "punto final". El día 15 de junio, tendrían lugar las primeras elecciones democráticas que luego resultarían constituyentes. 
   Cuarenta años después nuestra democracia sigue agitándose, ahora sin el espíritu conciliador de antaño. En este 2017, con nuevas estrategias, ya llevamos dos mociones de censura: una primera, contra el gobierno de Cristina Cifuentes, que fue una acción política vergonzosa, y que es posible que, por otros caminos, haya dado al traste con las altas aspiraciones de la presidenta de la autonomía de Madrid, que no merece más comentarios. La segunda tiene sus "previos" que merecen serias reflexiones.
   La fecha del registro de la moción, el viernes 19 de mayo, fue secreto hasta el último momento. Intentaba cumplir con el plan inicial de no esperar a la resolución de las primarias del PSOE. Al mismo tiempo que dejaba un escenario envenenado. En cuanto al problema catalán, Iglesias, redobló en sus declaraciones de estos días su compromiso con la celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Incluso dando por buenos los tiempos que plantea el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que señala el mes de octubre, pero evitando comprometerse en el texto con el que ha registrado la moción, desoyendo una de las reclamaciones de ERC, que pedía esa promesa concreta. Un obstáculo en las negociaciones con el PSOE.
   Por eso durante el debate, Ábalos, con muy buen tono dijo al aspirante: "Permítanme que tenga serias dudas de la oportunidad o la intencionalidad de esta moción", tras recordarle el argumentario que elaboró Podemos tras la victoria de Sánchez.  "Dice que el tema central no es tanto echar al PP como saber estar al frente de la ola de indignación. ¿Le preocupa la indignación o le preocupa estar al frente? Si es lo último estamos utilizando los sentimientos de la gente para abrirnos camino estratégico de carácter partidista". Situación que no debe impedir la necesidad de entenderse.
   El debate ha sido duro pero correcto, y se han dado a conocer dos excelentes parlamentarios: Irene Montero y José Luis Ábalos. La moción, necesariamente constructiva, ha sido brillante en las denuncias, especialmente con la corrupción, que justifican sobradamente la moción, y demasiado pobre en la parte constructiva, reconociendo que con el PSOE ha sido conciliador, lo que permite un limitado optimismo y el inicio de contactos para evitar apostar todo a unas nuevas elecciones.  
   La realidad final ha sido que Rajoy ha salido vivo del encuentro y que Pablo Iglesias ha dado muestras de una inexplicable satisfacción de triunfador. Es evidente que Rajoy prefiere a Iglesias. El resultado de 82 votos a favor, 170 en contra y 97 abstenciones dice mucho de cómo se ha gestionado. Más adelante sabremos si el promotor ha ganado credibilidad. Habrá que esperar el resultado de las negociaciones. 
   Del 39 Congreso, del que hablaré más adelante, solo citaré una frase de Cristina Narbona: "La reconciliación en el PSOE pasa por una lealtad plena para el secretario general elegido por la militancia, creo que han de cambiarse las reglas para que nunca más haya más avales que votos y ya ha pasado el tiempo de las adhesiones inquebrantables. Confío en que a partir del lunes el PSOE vuelva a ser reconocible."

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