domingo, 17 de septiembre de 2017

ALABANZA DE LA POLÍTICA

    A 14 días de conocer el final del conflicto catalán, sigue desarrollándose un absurdo debate sobre el cumplimiento o no de la ley. Los independentistas llegan a afirmar que cumplirla no es democrático. Implican a los alcaldes, incitándoles al incumplimiento, y a los vecinos a levantarse contra los que cumplan con la ley. Este extraño debate no debería producirse en las democracias occidentales como la nuestra. En ellas está claro que el Parlamento hace las leyes que aprueban sus mayorías y los gobernantes son elegidos directamente por el pueblo o por el propio Parlamento. Los gobernantes elegidos en cualquier nivel deben cumplir las leyes y hacerlas cumplir y eso no se cuestiona. Además, los independentistas ocultan o mienten sobre las consecuencias del abandono de las políticas europeas y que para entrar en la UE necesitan el voto de España, o que Aragón compra más a Cataluña que toda Francia... Se está haciendo una batalla jurídica de lo que debería ser un sincero debate político. 
    Pese a lo que pueda creerse, este comportamiento no está libre de intencionalidad política, aunque sea personalista y opaca: Rajoy no ha intentado siquiera el imprescindible diálogo político, aunque la actitud posterior de la Generalitat le haya justificado en este último tiempo y puede serle rentable. Para los independentistas: si detienen a Puigdemont, si suspenden la autonomía, si hay alcaldes en la cárcel… el independentismo habrá ganado este pulso porque el objetivo para el 1 de octubre no es una imposible votación homologable, sino que la base de su movimiento social sea mayor. "Habrá presos políticos”  –dice un diputado de ERC– "y en la próxima campaña electoral pediremos otra vez la amnistía, además de la independencia”. A su vez, Junqueras aspira a ser el nuevo President. Medianamente claro lo tienen los alcaldes que se han decidido a cumplir la ley. En su mayoría son ediles del PSC, que están sufriendo intolerables e inhumanas presiones de los independentistas. A estas alturas ya hay hartazgo sobre este asunto dentro y fuera de Cataluña, y los catalanes siguen viendo aplazados las carencias cotidianas que verdaderamente les importan y que se está dando tregua al debate de la corrupción. Mientras, Ada Colau intenta la cuadratura del círculo.
    Todas estas extrañas y difíciles situaciones carecen de la grandeza y de la utopía que deberían adornar el ejercicio de la POLÍTICA. A veces puede parecer que interesa mucho más la realidad que los sueños, pero con frecuencia, en el debate de las ideas y en el contraste que ello supone con la realidad posible, pueden llegar a encontrarse soluciones de convivencia que superen los sueños. Un final al que debe aspirarse siempre para superar todo tipo de cansancio o de renuncia a seguir con el diálogo. 
    Entiendo que cuando se critica la politización, lo que se está haciendo es asomarse a una realidad en la que vivimos, cargada de corrupción y de injusticias, además de ver que los debates políticos no van más allá del enfrentamiento partidario, mirando cada cual sus intereses más cortoplacistas. Pero seamos conscientes: cada vez que se oyen críticas a la politización recuerdo la frase "haga como yo y no se meta en política", que aconsejaba Franco con absoluto cinismo y que todavía es un argumento en uso por parte de quienes menosprecian la democracia. Por ello es necesario reconocer que la política es básicamente comunicación, representación y transparencia, pensando que ceder parcialmente puede no ser una derrota, mirando las ventajas generales y que en cualquier caso habrá que explicar la lógica empleada en lo conseguido y lo cedido, con lenguaje didáctico y con absoluto respeto a la verdad. 

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