domingo, 22 de octubre de 2017

ENTRE LA MENTIRA TÓXICA Y LA INCOMPETENCIA

   Tanto los dirigentes como los comentaristas defensores de la independencia han mentido sobre el pasado, el presente y el futuro: han falseado los datos sobre la contribución de Cataluña al resto del Estado, inventando balances fiscales, a la vez que decían que la salida tendría efectos inmediatos favorables; en el aspecto ético y de las ideas consideran que violar las leyes que nos dimos todos y que ellos aprobaron, a la vez que juraban o prometían cumplirlas sus dirigentes para poder tomar el poder, ya gobernando nos lo cuentan diciendo que lo democrático es no cumplirlas y los no demócratas son los que defienden su cumplimiento. Con ello los dirigentes y comentaristas han creado un victimismo falso. A su vez han impuesto la idea del origen sobre la ciudadanía, la creencia de que por haber nacido en un lugar son mejores ciudadanos de ese lugar que los que han nacido en otro sitio; también cuentan una historia acomodaticia con sus pretensiones, olvidando contar sus recientes componendas para beneficiarse por facilitar el poder a los actuales enemigos, incluso recientemente, sin importarles la corrupción propia y ajena. Su posición y la absoluta falta de ideas nos demuestra hoy su incompetencia. Todo eso y mucho más, han formado una droga tóxica de las mentiras que nos ha hecho llegar hasta donde estamos, haciendo difícil dar paso al razonamiento. Es necesario reconocer también que la falta de recursos políticos y el quietismo incompetente ante lo que iba ocurriendo, dejando cuando era necesaria una negociación política, por parte del "PP", ha complicado la situación.
   Creo que hoy es dificilísimo cualquier diálogo, aunque renunciar a él sería dejar fuera la mejor solución. No podemos seguir en la espera permanente sin la más mínima muestra de que el que lleva más razón quiera renunciar a una parte de ella y el tóxico no quiera o no pueda reconocer la irrealidad de una buena parte de su sueño. Hablar ahora de un acuerdo sobre el "referéndum", después del 1-O, o decir que los Jordis son presos políticos como ya ocurrió con los 14 detenidos por el juzgado número 13 de Barcelona, es añadir gasolina al fuego. Es evidente que lo razonable es crear tiempo para seguir buscando espacios de diálogo, aunque sea mientras se busca, sin prisa, la aplicación del celebre artículo 155. Sin olvidar que la amnistía es una opción política.
   Es ya un hecho que la economía catalana está sufriendo una enorme pérdida de confianza que tardará en volver. Pese a las muchas advertencias en este sentido, los dirigentes independentistas se esfuerzan en negarlo y tratan de quitarle importancia, a veces con argumentos que producen sonrojo. Lo mismo que cuando dicen que el BCE los tendrá en cuenta para estar en la zona euro cuando se independicen.
   Como ya dijo Borrell: "Lástima que algunos lo descubran demasiado tarde, y después de haber jaleado el process y demostrado con él toda la condescendencia posible, ahora piden freno y marcha atrás."
   Si Puigdemont no aclara que no declaró la independencia, y que los que lo hicieron no tenían capacidad para ello, se seguirá el EDITORIAL de La Vanguardia del viernes: "lo más probable es que cuando el Senado haya visado el 155, la autonomía catalana - que goza de libertades sin precedentes - será suspendida, se verá despojada de sus competencias, se disolverá el Govern y los ministerios asumirán sus facultades. Así será por un periodo todavía indefinido, hasta que el poder central estime conveniente convocar, a su vez, elecciones. Los catalanes dependemos de Puigdemont, enfrentado hoy a una responsabilidad histórica". Esperemos, que pese a todo haya diálogo y los españoles podamos vivir juntos, otra vez más, otro largo tiempo histórico. Por último mi solidaridad con las víctimas y las haciendas perdidas en Galicia, Asturias y Portugal.

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