domingo, 14 de enero de 2018

NECESITAMOS UN PROYECTO DE FUTURO

   Todo lo que está ocurriendo en nuestro entorno nos avisa de que estamos cambiando de manera importante nuestra forma de vivir: la duración media de la vida llega a los 86 años y nacen menos niños, por lo que se está creando un grave desequilibrio; la juventud sale del hogar con más de 30 años; la comunicación ha cambiado hasta el asombro y ahora nos vamos dando cuenta de que eso no nos hace más felices, e incluso pensamos que podemos estar creando peligrosas adicciones; el Bitcoin y otras monedas digitales que pueden abrir caminos nuevos para la economía y la forma de vida; el tamaño de los hogares se ha reducido, la mujer avanza, aún a cortos pasos, hacia la igualdad...Pese a vivir un mundo real muy distinto al de la anterior generación, la actual política española es incapaz de construir un nuevo proyecto de futuro que dé sentido y normas a este nuevo tiempo. Aquí cabe preguntarnos, cuándo tendremos un proyecto de futuro, pues con el actual gobierno, claramente inmovilista, están creciendo la avaricia, el egoísmo, la impunidad y la injusticia social.
    A lo largo de la historia del hombre, se han ido construyendo y adaptando valores, a medida que avanzaba. Actualmente, esos valores pueden también adaptarse y servir de referencia para este nuevo tiempo. Valores como la honestidad, la verdad, la amistad, la solidaridad, la educación en el respeto al otro..., valores que la humanidad ha tenido que adaptar en cada tiempo. Pero quizás sea conveniente analizar antes, aunque sea someramente, la actual situación política de España para saber de dónde partimos.
   Una buena parte del pueblo español cree que sigue padeciendo los recortes en educación, sanidad, dependencia, investigación, salarios, justicia social, e incluso libertades. Es claro que una parte de la población no tiene esa sensación y cree el mensaje de euforia que trasmite el gobierno. Por otro lado, no se está planificando: no tenemos un plan energético que permita aprovechar nuestra importante abundancia de las energías renovables; se violan con frecuencia los derechos humanos; las facilidades que se dan a la banca, a las eléctricas y a otras grandes empresas son la causa de que en sus Consejos de Administración se acomoden expolíticos; la naturaleza no se cuida y poco a poco se va deteriorando el territorio y se abandona el medio rural... 
   Por otra parte los partidos políticos, responsables también de la carencia de proyecto, se comportan como si la democracia sólo permitiera un ganador y carece del imprescindible sentido del diálogo político-programático para gobernar. No conciben que el que gana puede formar parte de la oposición. Es posible que hayan hecho mucho daño los gobiernos de mayoría absoluta o aquellos que compraban la mayoría sin entrar en la negociación programática. Practican de forma muy desigual la democracia interna, abunda el clientelismo a la hora de presentar sus listas. En elecciones parece que los programas no existen o si existen no se habla de ellos. Sólo se busca la destrucción del contrario. No se controla la financiación, pues faltan leyes que regulen su comportamiento y, sobre todo, falta una nueva Ley Electoral más proporcional.
   Los medios de comunicación carecen de la arquitectura legal de libertades y derechos que conforman toda democracia. Conocimos una época en la que la falta de libertad se identificaba, justamente, por el miedo a hablar. Hoy existe variedad. Abundan demasiado los que seleccionan la información, cuentan mentiras y medias verdades, lo que, en buena medida, se utiliza para negarle al ciudadano el acceso a la verdad. También existe, en menor medida y especialmente en la red, los que investigan para que conozcamos esa verdad. Por último añadir que no veo posible solución con el actual gobierno, por lo que la responsabilidad última es del ciudadano cuando vote. 

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