domingo, 22 de julio de 2018

REFLEXIONES SOBRE EL NACIONALISMO CATALÁN

    El historiador y catedrático de la historia del pensamiento, José Álvarez Junco, publicaba el pasado 16 en El País, con el título "Salir de la Gruta", una serie de aspectos del nacionalismo catalán, del que destaco: "Ocurre con las sectas, por antonomasia religiosas. Pero también con los grupos políticos, en general radicales, de derechas o de izquierdas, como nacionalismos o populismos: hablan únicamente entre ellos, leen su propia prensa, oyen su canal de televisión, no permiten que voces ajenas les cuestionen su visión del mundo. Lo tranquilizador es que exista una verdad, garantizada por una autoridad. Lo contrario, lo propio del espíritu libre, es afrontar la realidad sin armadura, a pecho descubierto, aceptando que la verdad es múltiple, que sus fragmentos viven dispersos, que hay que oír a todos y estar dispuesto, hasta el final, a aprender, a cambiar de opinión. Hace falta mucha fuerza para eso." Si analizamos el discurso del "proces", la España de la que hablan no existe. Toda España ha cambiado, pero desde su sensación de superioridad no lo han querido ver. Como tampoco son reales los números en los que se basa su necesario victimismo. Aspectos que, a medio plazo, no cambian.
    Por otro lado la mentalidad del militante crea incertidumbres y miedos en los dirigentes, pues ante cualquier cesión o duda que los seguidores consideren que puede debilitar el proyecto, éstos pueden ser acusados de traidores y tratados como enemigos. Una cualidad a resaltar en nuestro caso es que hay dos grupos políticos de distinta ideología, lo que supone un reconocimiento, no consciente pero real, de que hay dos verdades, pero seguirán, al menos ha sido así hasta ahora, la más radical. Veremos.
   Con todo ello entiendo que el diálogo abierto es necesario y debe marcar continuamente la idea de que son una parte que aporta una interesante cultura que como cada una enriquece el conjunto. Por eso el marco de cambio debe empezar por un acuerdo global en el marco de la necesaria reforma de la "Constitución". Las conversaciones se enmarcan en la "integración democrática" de las autonomías, después de años del abandono de la política como marco de relación entre territorios. Destacar que la ley en democracia debe cumplirse por encima de todo y sólo se permite cambios, modificando las leyes de acuerdo con las normas de la democracia, como consecuencia del debate político. Borrell apunta, no sin razón: "No percibo un cambio en el Gobierno de Cataluña". Tampoco resulta positivo que Puigdemont, desde su gobernación a distancia, parece que por mucho tiempo, intente arrastrar al PDeCAT a una nueva formación separatista radical. Ante todo esto, es necesario saber que lo más importante de esta negociación es su permanencia en el tiempo. Las encuestas dan el 38% de independentistas y bajando.
    El pasado miércoles se produjo la noticia de que Esquerra (ERC) se ha plantado frontalmente ante Puigdemont y se negó a reconocerle que tenga un trato diferenciado, respecto al resto de diputados procesados por el Tribunal Supremo. El grupo parlamentario del expresidente, que tiene suscrito un pacto parlamentario de legislatura con ellos, pretendía que Puigdemont no fuera sustituido temporalmente en sus funciones de diputado. Lo que supuso el bloqueo del Parlamento hasta reconducir lo que ocurría y se clarificara la situación los seis diputados condenados por Llarena por rebelión. Por otro lado el nuevo partido de Puigdemont se fundará en Otoño y se presentará en las municipales. La lucha despiadada por el poder es un clásico de toda política, incluso en el nacionalismo, después de las predicciones del CIS catalán. 
    El jueves el gobierno de Cataluña anunciaba que no asistiría a la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera por no compartir sus formas y sus métodos. Con lo fácil que sería exponer eso a debatir. Aún tienen miedo de no saber llevar ese debate.

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