Pese a encontrarnos en plena canícula, periodo que la clase política dedicaba tradicionalmente al descanso y al ocio, vivimos estos días tanto en Madrid como en Barcelona momentos políticos muy intensos: el pasado fin de semana, con la elección del líder del "PP", los cambios radicales del PDeCAT, por parte de Puigdemont, a lo que se une el sonoro silencio del Cs de Rivera ante la situación de su tesorero. Sucesos políticos que llenan de incertidumbre no sólo a los gobiernos, sino también al nuevo proyecto de España que con tanta fuerza ha comenzado a generar ilusión en el futuro.
El "PP" ha elegido, con Pablo Casado, una vía de derechas, de acuerdo, aparentemente, con Aznar. El elegido piensa volver a la ley del aborto de los "80", a la eliminación de la iniciada ley de la Eutanasia y a suprimir impuestos... En su Congreso no ha mencionado la corrupción, pese a ser la causa de la caída del gobierno de su partido y, por supuesto, sin presentar un programa creíble contra sus manejos. Ahora, el recién elegido tiene prisa, hasta el punto de que su primera intervención será rechazar los 6.000 € de margen dado por la UE como techo de gasto para facilitar la financiación autonómica y municipal, al que se unirá la abstención de Podemos que da como razón política: "no vamos a bailar el agua a nadie". Tendrán que explicarlo con más detalle, pues habrá daños sociales. Recuerdan otro tiempo. Por otro lado, Pablo Casado tiene una investigación sobre su "máster" que sigue adelante y que tendrá que pasar al Supremo, incluso Santamaría exige que Casado: "tendrá que explicar las novedades del 'caso Máster", mientras éste contestó, rechazando darle el 43% de la ejecutiva que aquella le pedía. Mientras, seguirán las sentencias en los muchos juicios por corrupción aún pendientes. Además, esa unidad que proclama pudiera no ser tal, si tenemos en cuenta la actitud de Santamaría y la frase de Arenas: "Casado va a durar menos que Hernández Mancha". Habrá que no distraerle para que siga fiel a esa línea que tanto nos conviene a muchos.
Rivera mantiene a su tesorero, Carlos Cuadrado, pese a las pruebas sobre sus múltiples irregularidades cometidas: mintió en la comisión de investigación del Senado, un comportamiento que puede ser delito de falso testimonio si se cumplen ciertos requisitos; el tesorero de Cs ocultó la compra de un inmueble en las cuentas de su empresa de 2016, lo que podría constituir una infracción tributaria grave o muy grave; en 2013 aportó a su compañía 791.076 euros cuyo origen se niega a aclarar. En caso de ser fondos opacos habría cometido un delito fiscal. Además Rivera y Casado tienen ahora el mismo líder ideológico en el resucitado Aznar. Alguien ha perdido el norte.
Por otra parte, la nueva cúpula del PDeCAT cuenta con 30 puestos y estará liderada por Bonvehí, que antes era el número dos del partido. La lista de consenso entre los críticos, su línea independentista de confrontación con el Estado, obtuvo el 65,27% de los votos. La candidatura alternativa e improvisada en el momento, liderada por David Torrents, un cargo del partido en Badalona, obtuvo el 28,9% de respaldos. Recordar que sólo participó el 15% de los afiliados, una situación enormemente irregular en un partido como éste, que pone en riesgo el gobierno de Cataluña. De momento han suspendido las sesiones del Parlament hasta octubre. El pasado martes los independentistas hablaron de apoyar al gobierno de Sánchez y Borrell, siempre oportuno, aclaraba que en ningún país de la UE se reconocía el derecho a la autodeterminación. Ahora piensan otra cosa. Habrá que esperar la decantación definitiva de posiciones para ver algo de luz en tanta oscuridad. Mientras esto ocurre, Sánchez delante de Macron afirma que quiere finalizar la legislatura y que lo ve posible.
La buena noticia es que Rosa María Mateo ha obtenido mayoría absoluta.
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