domingo, 15 de septiembre de 2019

AL FINAL, REPETICIÓN DE ELECCIONES

   Al Gobierno, políticamente al menos en España, es, a todos los efectos, su presidente quien a su vez lo nombra y destituye; en el Consejo de Ministros no hay votaciones, pues es un órgano colegiado y sus deliberaciones son secretas. Por eso es raro el empecinamiento de Iglesias en estar en el gobierno y más proponer un "gobierno de coalición reversible" que aumenta la inestabilidad y todo parece depender de su palabra. Ahora quiere buscar la mediación del rey. Mientras, sigue con sus críticas a Sánchez. Nos hemos quedado sin discutir, lo más importante para la izquierda,  el programa. Por  parte de la derecha patriótica, no se ha considerado su responsabilidad en un problema tan importante, como conseguir un gobierno estable para España que no necesite a los independentistas. Han preferido seguir con su vieja estrategia contra Sánchez. Ahora optan por promocionar a Rosa Díez, la que siempre se opuso a los tránsfugas cuando estaba en el PSOE, y sacar provecho propio y partidario. 
    La otra esperada noticia ha sido la "Diada". De  todo lo escrito, que ha sido mucho, me quedo con el titular del director de La Vanguardia, en su artículo de opinión: "No hubo tsunami pero se inundó el centro" y añadía como comentario: "En el mundo independentista se percibe agotamiento". No es casualidad que la concentración de la Diada de este año haya sido la movilización más baja desde el 2012, cuando se dio el tiro de salida al procés. Es indudable que pese al fracaso, la presencia de 600.000 personas en la calle indica que el problema sigue existiendo, y el gobierno y la oposición deben tomar buena nota. La situación es que para los que se consideran a sí mismos patriotas y únicos constitucionalistas, no consideran que Cataluña sea un problema de Estado del que preocuparse. 
    El problema catalán lo utilizan, sin rubor alguno, como un juguete electoral y como un instrumento para desgastar al gobierno. Consideran que el único instrumento es la aplicación del artículo 155, que creen que puede aplicarse ahora y de manera indefinida. En su miopía patriótica, consideran que basta con aplicar la Ley y utilizar la represión. Si miramos a Cs, de nada sirvió ser la fuerza más votada en el penúltimo proceso electoral, ni su extraño viaje a Waterloo. En las últimas elecciones se ha quedado con una representación mínima, pese a ser un partido nacido en Cataluña. En cuanto al "PP", no tiene ningún poder real en Cataluña. Todo lo contrario a lo que le ha ocurrido al PSOE, que sigue creciendo su representación en el Parlament, preside la Diputación de Barcelona y forma parte del equipo que rige el Ayuntamiento de Barcelona y tiene muchos alcaldes. A la vez que es escuchado en Europa. No debe olvidarse que la única motivación actual del independentismo es el próximo fallo del TS y la motivación anterior fue la represión. Sin duda, es un problema político. Ahora en lugar de condenar continuamente a Sánchez, intentando culparle de una amnistía a los del procés de la que aún no está en tiempo ni hay sentencia, pese a la gravedad del momento, siguen llenando al gobierno de insultos y mentiras. En el último pleno del Congreso Rivera pidió al Presidente del Gobierno una reunión urgente para hablar del 155. Parece que se ha olvidado de sus negativas a las reuniones convocadas por Sánchez, siguiendo el mandato del Rey y que en el momento actual no puede aplicarse el 155. Carecen de la "ética de la responsabilidad". Incluso Vox dijo que no sería malo una abstención de Cs o "PP", para que España tuviera un gobierno estable. Esa derecha patriótica, por muchas de las actitudes que trasmiten buena parte de sus dirigentes, da la impresión de que sus preferencias son: primero sus intereses, después los del partido y por último, si no estorba a los anteriores, los de España.       

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