domingo, 6 de mayo de 2012

CUESTIÓN DE PRINCIPIOS

   En este difícil tiempo, el ejercicio de la política está perdiendo el escaso prestigio de que disponía. Para el actual gobierno los compromisos públicos no presuponen una obligación ética ni un pacto con el pueblo al que dice servir; si lo prometido se rompe, no consideran necesario justificarlo ni pedir disculpas. Resulta sonrojante contemplar, en la “red” o en los medios de comunicación clásicos, las imágenes y las palabras cuando defendían con enorme vehemencia lo contrario de lo que están haciendo. En sus manos la política carece de principios. Por otra parte la unidad de las personas del partido en la defensa de estas prácticas resulta aun más bochornosa al ver como todos, formando un sólido bloque, cambian de idea a la vez, defendiendo una acción y su contraria, sin el más mínimo sonrojo. Hay que recordar con vergüenza la unanimidad de votos, aplausos y risas en el Congreso de los Diputados cuando el país, en tiempos de Aznar, entró en la guerra de Irak. Sin duda, como cuando estaban en la oposición, siguen practicando el Método Goebbels.



   Ante tanto sacrificio impuesto  por los recortes, únicamente dan razones como: “es imprescindible que se haga así”, “no existe otro camino”; como si se tratara de un dogma que se explicara por sí mismo. Parecen no entender que el debate europeo camina ahora en otra dirección y presenta nuevas soluciones para iniciar el necesario crecimiento, sin abandonar la contención del déficit. Cuando explican la causa de los recortes, se limitan a decir: “la culpa de todo la tienen los socialistas”; sin pensar que han llegado al poder gracias a esos errores. Así lo vieron antes los españoles cuando decidieron votarlos. ¿O es que creen que si no hubiera sido por la crisis, sin programa ni líder, hubieran ganado las elecciones? Deberían haber comprendido ya, que fueron elegidos para dar soluciones y no  para enrocarse haciendo de oposición de la oposición para justificar sus errores. Sus logros más notables en cuatro meses de gobierno han sido: 
  • El déficit ha subido 1,85% 
  • El paro, según la EPA, ha aumentado en 365.900 personas (además de los dramas personales, las indemnizaciones suponen para el empleador más de 1.500 millones de euros, la S.S. dejará de ingresar más de 1.000 millones anuales y la protección al desempleo aumentará su gasto en más de 4.000 millones de euros).
  • La inversión extranjera ha disminuido, sólo el mes de febrero lo ha hecho en 13.500 millones de euros. 
  • Los principales bancos han bajado su calificación. 
  • La bolsa en el pasado abril ha perdido el 13,6%, la mayor caída de los últimos años.
  • La empresa Standard & Poor´s ha bajado la calificación de los bonos de España, acercándolos a los bonos basura, nuestra calificación es peor que la italiana y hemos entrado en recesión con una bajada en el último trimestre del 0,3% del PIB. 
  • En el exterior, Argentina ha expropiado YPF y Bolivia expropia las acciones de la filial de Red Eléctrica Española.
  • Además están destrozando la educación pública, la sanidad, la investigación y los derechos de los trabajadores. 
  • Encima no han conseguido la credibilidad de los mercados. 

   En cuanto al diálogo, más necesario que nunca, ha sido desterrado del Parlamento y de las relaciones con los sindicatos. Lo más penoso es que su obsesión por recortar derechos sociales, responde a los mandatos ideológicos de sus afines europeos y americanos. España no cuenta para ellos.

    Por último recordar que la pérdida de derechos, la dramatización que de la situación hace el gobierno y la falta de confianza en la justicia han llevado el miedo a la gente, junto a sensaciones de rabia y desesperación. Este es un conjunto de sentimientos capaz de propiciar la violencia. Una reflexión sociológica que el gobierno debería hacerse en lugar de preparar una reforma de código penal que criminalice cualquier tipo de manifestación de protesta. También deberían abandonar la estrategia del pesimismo social, que tampoco ayuda a la credibilidad exterior. En el próximo otoño cualquier error en la tarea represiva puede ser la mecha que prenda el conflicto. Todo lo que está ocurriendo no debe pasar al olvido de nuestro pueblo, aunque sólo sea por llevar la contraria al 5º principio de Goebbels. 

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