domingo, 30 de septiembre de 2012

CUANDO EL GOBIERNO ES EL PROBLEMA


La prensa internacional ha dado muchas razones sobre las causas de la desconfianza hacia España que consideran se ha ganado el gobierno español y especialmente la figura de su actual presidente. Hablan de su improvisación, sus cambios de opinión, su indecisión y en algunos casos hasta de su incapacidad. El extremo corre a cargo de The Telegraph, que le llama “muerto viviente”. Para nosotros, sus compromisos electorales y sus líneas rojas han sido un gigantesco fraude. Aquella confianza de la que alardeaba conseguir de inmediato se ha transformado, en sólo nueve meses, en desconfianza total dentro y fuera de España. ¡Nos han engañado tantas veces! Se ha pasado el tiempo diciéndonos, por ejemplo, que no es momento de pensar en otro asunto que no sea el “déficit” para a continuación iniciar una nueva ley de educación y otra contra el aborto en las que parece limitarse a seguir las directrices de la Conferencia Episcopal. Los recortes y cambios en la justicia no convencen a los jueces, que amenazan con la huelga. Los cambios fiscales disgustan a los inspectores de Hacienda. Los de sanidad no gustan a ningún estamento sanitario y los de educación a los profesores. El gobierno no tiene aliados ni soluciones; él es el problema.
Todos los recortes para el 2013 han sido realizados sin tener en cuenta la negativa experiencia en otras naciones, ni los malos resultados de nuestro reciente pasado. No acaban de comprender que sin crecimiento no hay salida de la crisis y que deben pagar más los que más culpa tienen. La sistemática destrucción de todo lo público nos está llevando a una fractura social. Las carencias en sectores fundamentales como  educación y sanidad van a propiciar un desprestigio de estos servicios en beneficio del aumento de alternativas privadas. Podemos tener en unos años unos servicios públicos deficientes y unos caros y prestigiosos servicios privados. Las familias con pocos recursos verán dificultadas las salidas profesionales para mejorar su nivel, aumentando las dificultades para salir de la pobreza. Las estadísticas de los próximos años pueden variar aspectos tan destacados como la edad media de vida de los españoles, la mortalidad infantil o nuestra situación entre los países desarrollados. En Francia, para reducir el déficit, Hollande apuesta por las subidas de impuestos fundamentalmente a ricos y empresas, a la vez que gasta en las políticas de crecimiento y creación de empleo; mientras en el sector público reajusta quitando funcionarios de algunos ministerios, aumenta en educación, justicia y policía. Otra solución es posible. 
En la presentación de unos presupuestos, absolutamente irreales, nos cuentan que 2013 será el año del final de la crisis. Ocultan que los mayores vencimientos de nuestra deuda pública tendrán lugar durante los años 2013, 2014 y 2015, además de los intereses, que impedirán la normalización de la economía; que antes de finalizar este año tenemos que pagar 50.000 millones de € y no sabemos de dónde; que este año decreceremos cerca del 1,8% y que el año próximo haremos lo propio en cerca del 1,5%, aunque nos digan que va a ser de 0,5%. Mientras el crecimiento no sea positivo seguirá creciendo el desempleo, aumentando los gastos del Estado, disminuyendo los ingresos y aumentando el nivel de pobreza. El IPC está en el 3,5%, situándonos en “estanflación” (combinación de contracción económica e inflación), lo que supone un nuevo empobrecimiento para la clase media. Subir a los jubilados el 1%, les hará perder el 2,5%, sólo por este concepto, además para este pago han roto la hucha de las pensiones que puede resultar fatal para el futuro.
El sentido de la justicia de estos presupuestos nos lleva a mirar con mayor asombro lo que va a costar rescatar BANKIA y otras entidades financieras, dirigidas por malos gestores, cuando no ladrones, que están saliendo indemnes y ricos. Para mayor fraude, estos presupuestos se han hecho pensando en las elecciones gallegas. Antes de su aprobación en diciembre, con una simple enmienda puede cambiar lo prometido a los jubilados o a otros colectivos. Lo único que parece razonable, conociendo su forma de actuar, es la sospecha de que los recortes de julio y los de los presupuestos pueden ser la antesala pactada del “Rescate”, así podrán decirnos cuando llegue éste, que han conseguido un “Rescate” sin contrapartidas. La realidad puede ser que los recortes ya han sido impuestos por la troika en un ejercicio de poder sobre la “soberanía española”.  
Las libertades y la información también están sufriendo recortes: los medios de comunicación públicos están realizando, en nombre de los cambios normales de temporada, auténticas cazas de brujas, situando en la dirección a los que creen en el pensamiento único que caracteriza sus reformas. El modelo de actuación contra las protestas ha dado su medida en el 25S. La policía ha sido felicitada por perseguir a golpes a viajeros en la Estación de Atocha, por hacer cargas violentas con 60 heridos y 36 detenidos, por pegar a los propios policías infiltrados y hacer otro tanto con algunos periodistas. El ministro del Interior, en su comparecencia, se olvidó decir que las concentraciones estaban autorizadas. Ha pretendido que los detenidos sean acusados de un delito contra las instituciones del Estado a lo que se ha opuesto el juez Santiago Pedraza de la Audiencia Nacional, que ha considerado que del relato de los hechos no se desprendía el delito que pretendía el ministro, pero éste sigue como si se tratara de un escarmiento para el futuro. Además, las imágenes de las cargas policiales han dado la vuelta al mundo en detrimento de la imagen de España. Toda una cadena de errores, de las que el gobierno no pretende dar cuenta a las Cortes ni investigar lo ocurrido. Llamar a los que protestan golpistas no es verdad y además no es inteligente y genera violencia. Cuando el Sr. Rajoy estaba en la oposición llamaba a manifestarse porque a la gente no le gustan los trágalas. Ahora las reprime, dice que no lo entiende y apoya a la mayoría silenciosa. Él, siempre tiene razón y por ello sigue con su política de confrontación. 

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