domingo, 1 de junio de 2014

APRENDAMOS LA LECCIÓN

    No hay que olvidar que son elecciones europeas y todas las cautelas son pocas al calibrar sus resultados pero, pese a ello, parecen indicar que la construcción europea no va por el buen camino: crecen el antieuropeísmo, el populismo y el extremismo, a la vez que no se habla de “la solidaridad entre los pueblos”, “la Europa de los ciudadanos” y “la unión política”. Sólo se oyen tecnicismos económicos, soluciones únicas que no hay más remedio que cumplir aunque aumenten la injusticia y la pobreza, y egoísmos nacionalistas que hacen crecer la brecha Norte-Sur. La esperanza es que, desde ahora, seamos capaces de no repetir los pasados errores porque hayamos aprendido la lección.
     En España salta al escenario político un nuevo líder, Pablo Iglesias (con ese nombre me tiene que caer bien), que merece seguimiento, pues ha sido la esperanza de muchas personas de izquierdas. En cuanto al “PP” y su victoria pírrica, decir que han prostituido la palabra “autocrítica” al no mencionar la corrupción, los incumplimientos ni las mentiras; eso sí, presentan dos cosas únicas hasta ahora: reconocer, aunque sea tímidamente, que algo no han hecho bien y, sobre todo, no culpar de ello a Zapatero; por algo hay que empezar. Sigue la preocupación en Cataluña, pues el error fatal de Mas de convocar elecciones en noviembre de 2012, devolvió a ERC el protagonismo perdido al asumir CiU mansamente sus exigencias. Estas elecciones europeas sitúan a ERC como el primer partido en Cataluña, pasando en pocos años de la insignificancia al primer lugar. El ascenso de IU indica que además de ganar votos al PSOE le ha favorecido la circunscripción nacional, lo que nos dice que hay que modificar la Ley Electoral para que sea más proporcional la representación en los sucesivos procesos electorales y no favorezcan, como siempre, a los dos grandes partidos y a los nacionalistas.
     La mayor debacle la ha sufrido el PSOE, que después de unas generales en las que perdió 4,5 millones de votos; ahora ha perdido más de tres millones. En esta ocasión es más grave pues, pese a las políticas asociales e injustas llevadas a cabo por el gobierno, el pueblo español no ha visto en el PSOE  la alternativa. El problema no es de un simple cambio de ejecutiva, es de una total renovación de una generación que ha agotado sus recursos para llevar adelante una política de izquierdas entendida y participada. Necesitamos un nuevo modelo de partido. La salida de Rubalcaba es un primer paso en la buena dirección, como también que el Congreso Extraordinario para el 19 y 20 de julio sea abierto y todos los militantes participen en la elección del secretario general. El prestigio alcanzado por Susana Díaz es una garantía, pero debería pasar por el proceso general. Sería conveniente que el Congreso Federal designara una “Comisión de Ética” que se extienda a todas las agrupaciones y que informe en los nombramientos de cargos y asesores, garantice la democracia interna de las listas, dando cuenta a las asambleas o comités, y confíe en las responsabilidades políticas o expulsiones en casos de corrupción u otros asuntos. La necesaria modificación de los estatutos debe dar más importancia a las iniciativas de los militantes, garantizando la participación y la democracia interna. Sin olvidar el compromiso de primarias con participación abierta y externa para la designación de candidatos en todos los niveles. En la idea de que hay que dejar pronto de hablar de nosotros mismos. España necesita más que nunca un PSOE fuerte, abierto y participativo que dé respuesta a los problemas con un proyecto creíble y vertebrador de la diversidad del país pilotando, con diálogo, esta nueva transición.

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