domingo, 15 de junio de 2014

HACIA UNA NUEVA CONVIVENCIA

    Una mirada al panorama político después del debate que ratificaba la abdicación del rey Juan Carlos, presentó un juego político demasiado confuso y revuelto: la izquierda apareció absolutamente dividida, IU se aferró al “referéndum”, uniendo su suerte al emergente “Podemos”, como si no hubiera nada más; mientras el PSOE, en una espera demasiado larga, nos presentaba a un Rubalcaba que, en su excelente discurso de despedida, parecía dar por terminado con su “sí” el “pacto constitucional”, con lo que eliminaba compromisos a su partido para las grandes transformaciones que más pronto que tarde deberá realizar. Los nacionalismos, una vez más, parecían obligados a dejar constancia de su desprecio ante los problemas del Estado español. Por su parte el “PP”, aparecía como ganador, con Rajoy como funcionario de alto nivel, sin tener en cuenta que la corrupción y el paro, las mayores preocupaciones de los españoles, le pueden pasar factura política. Sin duda, el mayor obstáculo a un nuevo pacto de convivencia lo representa un gobierno y un partido que no parecen estar dispuestos a sufrir la necesaria regeneración que piden los españoles. Lo extraño fue que en ese pleno nadie pidiera la dimisión del gobierno como paso necesario para un cambio en el Parlamento donde pudiera entrar el debate monarquía-república. La preocupación de una parte de la izquierda fue humillar al PSOE y agrandar sus fisuras.
    No es fácil en estos momentos distinguir las políticas de izquierda, no sólo de las de derechas sino de los populismos que hoy ofertan la inmediatez de determinados cambios. Si nos fijamos en la actuación del Estado, deducimos que la clave no es la intervención o no en el mercado (antes la derecha propugnaba un mercado libre), sino en qué dirección se ejercen sus influencias. Las derechas actúan favoreciendo los grupos económicos que las financian. Las izquierdas deberían favorecer que lo hagan los ciudadanos con la fuerza de Estado democrático (ese sí que es requisito imprescindible). Lo importante no es quién gobierna sino cómo gobierna. Sabemos que la política europea favorece a los sectores financieros, impidiendo políticas como la unidad bancaria, la supresión de los paraísos fiscales y el cobro de tasas por los movimientos financieros. España no puede cambiar sola esta situación. Pero sí debemos luchar para lograr la unidad de la izquierda europea y caminar en esa dirección con doctrinas y liderazgos que ilusionen por sus logros en actuaciones sociales y políticas urgentes. La demora necesaria, mientras se camina en la dirección adecuada, no es renuncia.
    El PSOE en su renovación sabe que estamos en un momento en el que el partido se ha alejado de la calle, que debe recuperar su orgullo y no olvidar que el pueblo en sus manifestaciones, llamadas transversales, pedía y pide el retorno al Estado de Bienestar, a la recuperación de los derechos de los trabajadores y de las libertades civiles, logros todos ellos, de gobiernos socialistas dentro del pacto constitucional. Pero ahora nos piden transparencia, mayor y mejor calidad democrática, eliminar la corrupción y el clientelismo, no aferrarnos al poder, ser honestos…Todas, sencillas políticas de izquierdas. También es necesario pactar una profunda reforma de la Constitución que separe los viejos poderes, una nueva Ley Electoral, listas abiertas y los cambios que obliguen a la total transparencia en la gestión. Cada vez parece más necesaria una Comisión de Ética, ajena a los gobiernos, que defina la responsabilidad política. Por todo ello el PSOE deberá buscar la mayoría para las próximas elecciones. La urgencia de las fechas no admite demora y al final deberá producirse la unidad y el trabajo de todos en la dirección que marque la nueva Ejecutiva Federal. Lo contrario sería el final.

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