domingo, 22 de noviembre de 2015

LA NUEVA GUERRA

    El último atentado de París, además de mostrar la crueldad del ser humano, ha permitido ver infinidad de detalles solidarios, hermosos gestos de perdón y cómo la "Marsellesa", durante unos días, se convertía en el himno del mundo. Pero también ha descubierto la vulnerabilidad de Europa. La decisión de Hollande de afrontar una nueva guerra, además de unir a los franceses con apasionados clamores patrióticos, nos ha hecho ver que la situación que está creando ISIS podría alterar muchos aspectos de la política europea e incluso la estrategia geopolítica actual; su intención es que Europa afronte el problema sin la OTAN y conseguir la adhesión de Rusia, EE.UU. e Irán y los países de la UE, aunque a los 28 les falta concretar su aportación. Por primera vez no se ven las clásicas vacilaciones de los organismos europeos, ni la iniciativa es de Alemania o EE.UU., sino Hollande. No olvidemos el final de su mensaje: "No caigamos en la tentación del odio y la estigmatización". Analizar ciertos países nos dará claves:
   -Rusia: los éxitos militares de los islamistas que luchan en Oriente Medio no sólo han provocado la caída del avión sobre Egipto, sino que los que luchan pretenden la instalación de un emirato en el Cáucaso. También combaten en Siria islamistas de Chechenia y Daguestán. A ello hay que unir que Rusia puede cambiar su situación de aislamiento con Europa y estabilizar la situación en Ucrania.
   -EE.UU.: es el país al que podría corresponder el liderazgo de la detención del avance del ISIS, pero Obama ha descartado el regreso de tropas de combate a Irak y los bombardeos no son suficientes, pues el ejército Iraquí es aún demasiado débil.
   -Irán: de mayoría chiita, se encuentra excelentemente situado para asegurar el dominio de su creencia y tiene una ocasión para ello si está dispuesto a colaborar con Occidente para ordenar la convulsa zona, llevando a cabo sus propósitos.
   -Israel: lo que está pasando en Siria y la creciente importancia de Irán, amenazan con destruir su tradicional concepto de seguridad. Los islamistas están saqueando arsenales iraquíes y aspiran a crear un califato que llegue al Mediterráneo incluida Siria, Líbano y Jordania, borrando las actuales fronteras. Lo que obliga a una nueva estrategia. 
    La nueva guerra presenta rasgos religiosos, culturales, educativos y de marginación. Circunstancias que ayudan a entender la enorme eficacia en la captación de jóvenes adeptos en Occidente. Pero, como toda guerra, tiene en lo económico el principal componente para hacerla posible. Y a la vez es la clave si se quiere debilitar a ISIS. Sus ingresos por chantajes, donativos, petróleo, droga, venta de riquezas de zonas conquistadas e incluso el comercio de armas, implican a países occidentales, algunos emiratos árabes y principalmente Arabia Saudita, fiel aliada de EE.UU. Un panorama que es necesario aclarar para delimitar la estrategia a seguir, recordando, si llegara la guerra, que un territorio no se controla hasta que no se pisa y se mantiene con política. 
   Sin duda, la guerra debe ser evitada a toda costa o ser el último recurso, siempre contando con la aprobación de la ONU. Es necesario reconocer que hoy resulta inviable e insondable una solución política y que la solución militar necesita presencia de soldados en el territorio como han demostrado los kurdos. Para ello es necesario contar además con un acuerdo previo en la región. Por otro lado, la actuación en la lucha antiterrorista, importante en el conflicto, puede necesitar una revisión de Schengen para el control de fronteras, una coordinación policial internacional y un análisis de la situación de los emigrantes, pues parece que la segunda generación, nacionalizada y aparentemente integrada, es fuente importante de terroristas. Por último, los "estados de guerra" que deciden la seguridad sobre la libertad deben basarse en leyes temporales.   
   

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