domingo, 17 de enero de 2016

COMIENZA LA LEGISLATURA DEL CAMBIO

   Durante cuatro años, Rajoy basó su estrategia política en latiguillos, como: "mis decisiones son las únicas posibles", "la justificación de lo injustificable, es por Zapatero", "ahora no toca", "las protestas pueden conducirnos al desastre", "somos los que más hemos luchado contra la corrupción" y "el que tiene mayoría de votos debe tener el gobierno"... Que impidieron ejercer la verdadera acción política basada en acuerdos en el Congreso y pedagogía pública en sus acciones. El lunes cometió el error, muy en su línea, de asociar la reforma constitucional con su investidura. Todo ello para ejecutar una política asocial y carente de ética que hoy pesa demasiado para creer que un cambio como el que necesita España puede hacerse con él en el gobierno.
    Ahora, el nuevo Congreso, al que el pueblo parece exigir diálogo, honestidad, transparencia y cercanía, ha sido enormemente variopinto, más renovado, más joven y más femenino que esperemos responda a las expectativas creadas. El discurso del nuevo presidente, Patxi López, del PSOE, ha sido brillante, oportuno y realista, dejando frases como: "España no es un mapa ni una identidad; es un pacto ciudadano por la libertad". Ha sido una pena que el exceso de protagonismo de Podemos haya tapado buena parte del significado político de esa primera sesión. El pacto PSOE-Ciudadanos ha obligado al "PP" a renunciar a la presidencia del Congreso, también gracias a un candidato muy aceptado. Iglesias se sintió ofendido y votó a su candidata a la vez que atacaba a Sánchez afirmando, sin razón alguna, que todo era síntoma de que iban a pactar con el "PP", pese a saber que a ese pacto dijo "no" el Comité Federal. La respuesta del PSOE fue en el Senado, cediendo un puesto de la mesa al PNV, después de intentar un pacto con Podemos. El apoyo del PSOE para formar grupo en el Senado a ERC y CDC debiera explicarse, pues ha creado una alarma, quizás infundada.
    Pablo Iglesias ha dejado a Podemos fuera del primer gran pacto del nuevo Congreso, poniendo líneas rojas, en este caso simplemente organizativas. Un extraño maximalismo, que daba la impresión de que más que negociar, exigía. La nueva postura parece distinta, aunque sigue en arenas movedizas. Da la impresión de que están en campaña para unas elecciones anticipadas y quieren dejar claro que no son culpables del adelanto. Espero que los que quieren una opción de progreso negocien hasta el acuerdo de investidura, dando preferencia a la agenda social y moral sobre otros aspectos, que en la actual situación deberían aplazarse. Sin que suponga por ello la renuncia, pues la reforma constitucional exige "quórum" y lograrlo precisa maduración. Por su parte Sánchez necesita menor velocidad de crucero en su caminar hacia el pacto.
     Para que el dialogo dé resultados hay que romper previamente las rigideces actuales del "todo o nada y ahora", "no es posible otra solución" o "el que no está conmigo está contra mí" que han presidido el aislamiento político propiciado por el "PP" y que actualmente aún está en el ambiente. Los sistemas políticos demasiado rígidos suelen ser más frágiles que los más adaptativos y que unas nuevas elecciones es difícil que cambien sustancialmente la actual aritmética. Lo que sí es más probable es que España salga dañada y sea menos creíble.
    No olvidemos que las soluciones para nuestro país son en buena parte globales; que las aportaciones locales en lo social y moral deberán ser tomadas dentro de una necesaria unidad y con el mayor apoyo ciudadano, debido a dificultades financieras, y que la globalización, para cambiar su rumbo, necesita más gobiernos progresistas en Europa. Resaltar que en 48 horas ha existido más diálogo y cambios para adaptarse, que en los últimos cuatro años. Soy optimista, aunque la razón me aconseja lo contrario. 

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