domingo, 28 de febrero de 2016

EL DOMINIO DE LA INTRANSIGENCIA

     En democracia los ciudadanos votan para que los partidos formen gobierno. En las elecciones del 20D, el pueblo no lo ha puesto fácil, pues para gobernar era imprescindible dialogar y mucho. Un arte poco usado por el abuso de las mayorías absolutas del bipartidismo. Además, en los cuatro últimos años, el autismo del "PP" ha prescindido absolutamente de él, haciendo inútil el Parlamento. Esa pérdida de hábitos, la bisoñez y protagonismo de algunos líderes, hacen ahora más difícil cumplir el mandato del pueblo. El diálogo precisa ciertas virtudes, interés en llegar a un acuerdo y valorar al contrario. Después de perder el tiempo con dos negativas de Rajoy, se ha conseguido un acuerdo de intenciones entre C's y PSOE, algo que no se producía hacía tiempo. Un triunfo del diálogo sobre la intransigencia que, leído despacio, es mayoritariamente un texto progresista que permite correcciones, precisiones y añadidos. 
    La aritmética actual exige para gobernar el acuerdo de tres partidos. Pero, además, el "PP" tiene más de un tercio de escaños en el Congreso y mayoría absoluta en el Senado: cualquier reforma de la Constitución exige su apoyo y es de esperar dificultades para sacar las leyes. Para prescindir del "PP", algo que parece estar presente en la opinión pública, haría falta que C's, Podemos y PSOE negociaran con intención de acuerdo. Además, la reducida soberanía económica exige que las cuentas sean visadas por Europa y parece que nuestra deuda y el posible déficit en 2016, no lo van a poner fácil. De ahí que resulte incomprensible, con esa realidad, entender que Podemos se oponga a un pacto a tres, exija un "referéndum" sólo viable con una reforma constitucional e imponga un gasto inasumible. Indudablemente no tienen voluntad de negociar, máxime si las concesiones a C's, necesarias en la negociación, se critican con medias verdades, ya en lenguaje electoral. Y, además, siguen desprestigiando al PSOE.
   Sin duda la negativa de Podemos al apoyo de Sánchez ha supuesto un respiro al "PP", frente a la presión que supone el acuerdo de los que creía deberían ser sus socios. Más si se tiene en cuenta que lo acordado debería formar parte de su programa, pues el acuerdo tiene más duración. Por otra parte el rechazo a Rajoy es cada vez más fuerte: 9 de cada 10 españoles cree que los casos de corrupción requieren una renovación a fondo y el 75% considera que el tiempo de Rajoy ha pasado. Sólo le mantiene la actual estructura del "PP" que no permite un cambio de candidato sin el consentimiento del autodesignado Rajoy. Si no gobernara ahora, el desastre en el "PP" sería enorme y necesitaría un inmediato Congreso para conseguir su regeneración.
   Parece evidente que ante el nuevo reto de un gran cambio y la necesidad de una regeneración moral de los usos públicos, la política y sus representantes, con sus intransigencias, han perdido su capacidad transformadora y los principales actores de la democracia, los partidos, no han representado adecuadamente al sector mayoritario de la población. La pequeñez de sus miras inmediatas de triunfo y sus estrategias para conseguirlo han pesado más que el mandato popular. Y eso, aunque no parezca a muchos, son valores políticos, populares y democráticos superiores al uso impropio que se está haciendo de los conceptos de izquierda y derecha para conseguir sus fines.
    Ahora que ya estamos en abierto proceso electoral, espero que el PSOE sea capaz de dejar atrás sus divisiones y afronte con valentía las necesidades urgentes de nuestro pueblo. El Comité Federal ha sido obedecido y ya la unidad de España no peligra, pero Cataluña necesita diálogo urgente, pues la reforma constitucional se encuentra en un callejón sin salida. Sin olvidar que Podemos trata al PSOE como su enemigo a batir y a destruir. Pero éste no debe seguir ese juego y ofrecerles diálogo.  

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