domingo, 7 de agosto de 2016

CHANTAJES Y ESTRATEGIAS

    Esta especie de "día de la marmota" a la que nos somete la actual situación política, nos permite analizar las notables diferencias entre las primeras elecciones y las segundas, recordemos: 
    Después de las primeras, las del 20D, el rey encargó a Rajoy la investidura y éste, sin realizar gestión alguna, se negó a asumir el encargo, siendo designado Sánchez, que asumió la tarea con valentía, inmediatez y sentido de la responsabilidad. Intentó un pacto transversal que no consiguió. Nadie agradeció que, con su gesto, desbloqueara el reloj de la democracia, saliendo de la indefinición de fechas y haciendo posible la segunda elección. Ese pacto "no nato", se ve hoy como la mejor solución para el cambio. Por su parte Iglesias a la salida del rey se adjudicó una vicepresidencia omnipotente y varios ministerios, en un posible pacto, que Sánchez desconocía. Patxi López, elegido sin problemas, amplió en horas el plazo de investidura entre censuras del "PP" y Podemos. Sánchez nombró un equipo negociador y empezó contactos con todas las fuerzas políticas (Rajoy no le dio la mano); consiguiendo un pacto con Rivera, dejando clara la estrategia de Iglesias, que ya planeaba el "sorpasso". El "PP" votó en contra y, entre una diatriba de insultos y descalificaciones, dijo: "este uso de las instituciones es un fenómeno claro de corrupción" (¡lo que hay que oír!). Iglesias dio el "no" y habló de "cal viva", afeando el empeño de Sánchez. Ya se veía triunfador por las encuestas para las segundas elecciones, haciendo números con el pacto de IU.
    En las segundas, las del 26J, comenzó permitiendo, sin demasiado ruido, que la respuesta al encargo de investidura fuera un "sí pero no al rey", dudosa aceptación, no contemplada en la Constitución. La Mesa del Congreso se formó con el apoyo al "PP" de los grupos independentistas. Lo que hubieran dicho si hubiera sido elegido con esos votos un socialista. Ana Pastor no tiene en cuenta los tiempos y, pese a las prisas que dice tener Rajoy, no marca fecha hasta que lo diga el "jefe". A los 39 días, después de obtener 135 escaños, dominando la Mesa del Congreso y con mayoría absoluta en el Senado, Rajoy ha sido más Rajoy que nunca: no hace, no dice, en la idea de que, como siempre, el tiempo resolverá a su favor, sin ofrecer nada a cambio. Pese a todo, pocos afirman su responsabilidad plena al admitir el mandato, y siguen responsabilizando a Sánchez de unas posibles terceras elecciones. Algunos notables del PSOE, públicamente y sin tener en cuenta al Comité Federal, aconsejan a Sánchez que dé paso a un gobierno de Rajoy, idea que goza del aplauso de los medios más afines al "PP". Rivera también busca la abstención de Sánchez e Iglesias, pese al fracaso de sus alianzas, ofrece lo mismo y culpa a Sánchez de la tercera elección entrando, otra vez, en el juego de Rajoy.
    La estrategia del "PP", ayudado por propios y extraños, está saliendo victoriosa y el Congreso deberá elegir la única solución posible, haciendo que nos gobierne el adalid de la corrupción y el destructor del Estado de Bienestar, sin intentar siquiera negociar. Si los chantajes continúan, con un PSOE divido, Rajoy será presidente e Iglesias intentará ser el líder de la oposición, mientras el PSOE seguirá debatiendo su futuro.
    Pese a esa tormenta de calamidades, aún estamos a tiempo de apoyar a Sánchez, que está cumpliendo los mandatos del Comité Federal, hasta conseguir que Rajoy cambie y se comprometa a concesiones importantes para que Sánchez pueda explicar a los españoles en general y a su militancia en particular, con razones entendibles, la postura que adopte, bien sea la abstención o la negación. Para después, desde la oposición o como candidato, ejercer la tarea con la dignidad que este viejo partido merece, después de haber prestado tantos servicios a España. El PSOE necesita unidad.

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