domingo, 6 de noviembre de 2016

ALGUNOS AGUJEROS DE LA DEMOCRACIA

   Tocqueville (1805-1859) afirmaba que toda democracia implicaba: desaparición de las desigualdades, participación en el poder, aspiración a mejor nivel de vida mediante el trabajo y valores sociales basados en la igualdad. Todas las constituciones democráticas, incluso la "Pepa" de 1812, afirman que la soberanía reside en el pueblo, es decir, en los gobernados. Hoy, la experiencia nos dice que existe un conflicto permanente entre libertad y seguridad. Conflicto que es utilizado por el poder como una estrategia para conseguir su permanencia. Tengo la impresión de que los gobernantes se comportan como si la soberanía fuera un don suyo y que el pueblo es una molestia necesaria. Esta situación se produce, entre otras, por la pérdida de valores democráticos en dos de sus grandes pilares: los partidos políticos y los medios de comunicación, culpables de algunos de esos agujeros que alteran nuestra democracia.
    Los partidos políticos, en general, han olvidado que en todo proceso estructural de cambio político y social, el protagonismo no descansa en los que lo promueven o en los que resisten, sino en la participación, sobre la base de la igualdad de los afectados. Sin estos procesos abiertos y democráticos, no es posible trasladar la democracia al pueblo. Los abusos en los partidos, a veces inducidos por otros poderes, hacen cada vez más difícil la práctica democrática. Un paradigma puede ser la confección de las listas electorales que presentan los partidos. Normalmente, no seleccionan a los mejores en un proceso objetivo, sino a los más fieles, cercanos y sumisos (clientelismo), controlados por la cúspide de su estructura piramidal que tiende a la permanencia en el poder. Así el pueblo realiza una segunda elección sobre listas cerradas y manipuladas. El actual parlamento, para evitar entrar en ese juego, debe comenzar por aprobar una profunda reforma de los reglamentos del Congreso y Senado para poder iniciar los cambios necesarios, así como aprobar una nueva Ley Electoral antes de las próximas elecciones. En el caso del PSOE no es democrático que un grupo de barones" y "ex", por muy importantes que sean, controlen todo desde una gestora, necesariamente provisional, salida del C.F. del 1 de octubre. Ahora no existe líder ni esquema programático que guíen la acción política, aspectos necesarios que exigen unas primarias y un Congreso Federal, si se quiere legitimidad democrática y estatutaria. La espera, manejada desde la gestora, puede suponer ventaja de unos sobre otros, eliminando la necesaria igualdad.
    En cuanto a los medios de comunicación, los "públicos" han estado manipulados durante todo el tiempo de la democracia, menos los estatales en tiempos de Zapatero. Es necesario reconocer también que los medios de carácter privado tienen más influencia social que beneficios y medios económicos, lo que les hace más vulnerables al Estado y al gran capital. No cabe duda que desde hace meses, diarios como El País han cambiado su línea editorial, aunque no se puede afirmar la causa. Lo que sí es cierto es que la abstención del PSOE para elegir a Rajoy ha sido muy influida por los medios de comunicación y el trasfondo que puede acompañarlos. Es necesario reconocer que pese a estos agujeros de la democracia, la honestidad de un buen número de periodistas entre los que destacamos el periodismo de investigación, al que debemos, en gran medida, el conocimiento de infinidad de casos de corrupción. Un tema éste que sospechosamente casi ha desaparecido de la información en las últimas semanas.   
    Hoy la sociedad civil está llamada a exigir el desempeño de un papel de primer orden si quiere culminar un proceso de cambio, forzando a los partidos por ley de financiación y de democratización interna; y a dar ejemplo a los medios de comunicación privados con la honestidad y fiabilidad de los medios públicos.

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