domingo, 17 de diciembre de 2017

CATALUÑA ENTRE LAS BANDERAS Y LA IDEOLOGÍA

    En las últimas declaraciones, ERC se alejaba aparentemente de la opción ideológica, llamada también transversal,  formada por ellos, PSC y Catalunya En Comú Podem. Aunque con pocas posibilidades, la opción ideológica aún se mantiene, ante el avance aparente del grupo de las banderas, formado por los dos bloques: independentistas por un lado y constitucionalistas por otro. Estos últimos "suponen", mientras insultan a Iceta, que se les unirá el PSC. En todo caso los independentistas tampoco alcanzarían mayoría suficiente. Las banderas tampoco lo tienen claro.
   En el bloque independentista, Junts per Catalunya apuesta por investir a Puigdemont aunque no sea el más votado, mientras la CUP asegura que no apoyará a ningún candidato que no siga la vía unilateral, lo que complica el papel de ERC, que pudiera volver a entrar en el campo ideológico. Una posición que difícilmente adoptará durante la campaña, pues sabe que la posición ideológica le restaría votos.
   Si miramos la realidad social de Cataluña, observamos que el empresariado (la burguesía de siempre), tras moverse entre la ambigüedad y la inhibición en los primeros momentos, sólo ha reaccionado cuando el "proces" ha puesto en peligro sus negocios, como ya expresara Borrell en una de sus acertadas intervenciones públicas. Hay que dejar constancia de que la burguesía apoyó a los partidos nacionalistas desde la Transición y nunca ha abandonado su equidistancia con el soberanismo. La situación de crisis económica y social, ocultada por los independentistas, se presenta ahora como más aguda que en el resto de España. Todo indica que los bloques no son la solución para el problema real. La variedad de pensamientos sociales que hay que aunar en el bloque constitucionalista para formar mayoría, y el uso de la calle por los independentistas unidos en la oposición, aumentarían la clientela independentista en los trabajadores, ahora escasa, y sería más difícil la solución real de la crisis social.
   Mientras tanto la campaña, que ya tiene una extrañísima situación con un candidato en Bruselas y otro en la cárcel, deja pasar sus debates e intervenciones con insultos o descubrimientos de conspiraciones e investigaciones policiales, sin que nadie presente un programa posible para solucionar los graves problemas que está padeciendo la sociedad catalana. Una posición muy propia de otras elecciones y que indudablemente interesa a las banderas. Esperemos que en los últimos días vean la luz los programas para apoyos de los complejos pactos posteriores.
   Por otro lado, las últimas cinco encuestas publicadas nos dicen que tanto el grupo independentista como los constitucionalistas e incluso los transversales, podrán alcanzar la mayoría suficiente para gobernar. En esta situación debemos tener en cuenta que el 15,6% de los votantes que, aunque dicen que van a votar, no especifican la opción. Debemos tener en cuenta que hay muchos independentistas que son sensibles al posible deterioro de la situación económica, y muchos no independentistas críticos con la reacción del gobierno central. Sin embargo, el que estos efectos se hayan producido en las dos direcciones, nos permite pensar que debido a la presión que a lo largo del tiempo han ejercido los independentistas sobre los que no lo son, mayoritariamente trabajadores, nos da pie para afirmar con cierta lógica, que estos indecisos pudieran pertenecer mayoritariamente a partidos no independentistas que permitan soluciones ideológicas. Creo que lo mejor para Cataluña y el resto de España es que triunfen los grupos ideológicos con acuerdo programático para salir de la crisis, con intención de pactar la permanencia a través de una acordada reforma constitucional con la intervención de todos y aprobada en referéndum.

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