domingo, 24 de diciembre de 2017

EL TRIUNFO DE LAS BANDERAS

    Después de unas elecciones absolutamente limpias, con una participación record del 81,95%, los partidos independentistas podrán seguir gobernando. Todo parece el día de la marmota. Ahora la población catalana conoce las consecuencias del independentismo y su aislamiento. Pero además los ganadores no han presentado programa social alguno para salir de la crisis social, para el retorno del capital y el de las empresas que se han marchado. Ni han pretendido la eliminación de los odios creados en la sociedad catalana. El grupo constitucionalista ha conseguido que Ciudadanos sea el partido más votado, sin que tenga posibilidad de gobernar. Sin duda los sentimientos extremos, es decir las banderas, han triunfado en las elecciones catalanas de 21-D.
    El consuelo vuelve a ser que el número de votantes independentistas ha pasado del 47,8% al 47,5% de apoyo de la población mientras que el de los no independentistas pasan del 52,2% al 52,5%. Es decir, los que han ganado han perdido un 0,3% de apoyos y los perdedores han ganado lo mismo en apoyos. De nuevo nos encontramos un gobierno en mayoría parlamentaria y en minoría de votos. Tanto Cataluña como el resto de España, necesitamos urgentemente una nueva ley electoral más justa y más proporcional.
    Por otro lado el PSC, pese al buen hacer de Miquel Iceta, aunque gana un diputado, no consigue ninguno de sus laudables objetivos. Catalunya en Comú-Podem pierde tres escaños y se queda sin opciones de ser decisivo. La CUP pierde 2 diputados, aunque continúa siendo necesario para la mayoría independentista. Pero el gran derrotado es el "PP", que se queda el último con 3 diputados y no puede formar grupo. Ante este desastre, Rajoy ha asegurado que no adelantará las elecciones generales y ofrece diálogo al futuro gobierno catalán si se somete al imperio de la ley. Por su parte, Puigdemont pide una reunión en cualquier país de la UE sin condiciones previas.
    Ahora cabe esperar que la justicia siga su curso y que los independentistas opten, para evitar nuevos problemas personales, por abandonar la vía unilateral y se inicie un tiempo de negociación que permita la normalización social. Aunque es necesario reconocer que a estas alturas pedir racionalidad puede suponer estar fuera de la realidad.
    Los dos bloques en los que sigue dividida Catalunya apenas se han movido, a pesar de la histórica participación. Esa supuesta mayoría silenciosa en contra del procés que pronosticaban algunos análisis sólo ha logrado arañar tres décimas y dos escaños en el marcador. Ni la fuga de empresas ni la crisis, ni los odios generados, ni la falta de apoyos internacionales han hecho mella en esos dos millones de catalanes que hoy, igual que hace dos años, se quieren marchar. Todo apunta a que el problema es grave y hace falta mucho diálogo, además de contar con la UE en todo momento.
    Creo firmemente que Catalunya necesita estabilidad para recuperarse social y económicamente, para rehacer su posición en el mundo. La coyuntura es compleja y las soluciones no son obvias ni inmediatas. Pero hay algo que sí puede afirmarse ya: no pueden reproducirse los errores cometidos tras el 27-S. El independentismo no debe volver a equivocarse al leer los resultados.
    Pese a los resultados de las elecciones catalanas lo esencial para la democracia española seguirá siendo emprender la reforma constitucional. Gran tarea a la que no hay que postergar otras importantes del día a día de la legislatura y la gobernación actual. Gran tarea que no puede ser postergada a que el PP pierda el Gobierno de España. 
    Mis mejores deseos para que en esto días viváis muchos momentos felices.

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