domingo, 4 de marzo de 2018

LA CALLE RECUPERA EL PROTAGONISMO

   En pleno descubrimiento de nuevos aspectos e implicaciones de los innumerables casos de corrupción, cuando Cataluña sigue en plena efervescencia jurídica y sin alternativa política, cuando todo sale mal y el gobierno sigue en su especial "nirvana" como si las necesidades sociales fueran un invento de los indeseables a los que no gusta este gobierno, los jubilados se echan a la calle, cargados de infinidad de razones. Son los que hicieron tiempo atrás la transición, los que escucharon a Rajoy garantizando subidas para que no perdieran poder adquisitivo y luego les dio el "medicamentazo" y el 0,25% de subida, a la vez que ofrecía la solución del ahorro. Lo peor es que son casi nueve millones y que muchos de ellos fueron sus votantes. Además, el "subidón" del IPC en el pasado febrero fue del 0,5%, situándose el IPC de 2018 en el 1,1%, por la subida de la luz, gracias a la política energética del gobierno, subida que aporta nuevas razones para el éxito de las sucesivas concentraciones.
    Por otro lado, hay que estar muy ciego para no ver que las peticiones de la mujer son necesarias, que esa movilización es mundial, que se extiende más allá de las vanguardias feministas y que está penetrando en todo el universo femenino y en buena parte del masculino. Por todo ello y más, resulta inexplicable que el Partido Popular, que sustenta el gobierno, diga que es una huelga insolidaria, una apuesta por el enfrentamiento de hombres y mujeres dirigida por élites feministas, no por mujeres reales con problemas cotidianos. Parece como si las feministas no pudieran ser mujeres reales con problemas cotidianos. Tampoco tienen en cuenta que a la huelga o a la manifestación nos uniremos muchos hombres, por el hecho de que no nos gusta la permanente injusticia y trato que se da a las mujeres en los más variados aspectos. Una huelga de mujeres con la que los hombres podemos solidarizarnos y, como mínimo, respetarla. La actitud del "PP", donde también militan mujeres, es inaudita.
   Las reacciones en cada uno de estos casos ha sido distinta, posiblemente debido al éxito de los jubilados y a que la segunda aún se desconoce por no haber tenido lugar. Los primeros se han organizado en sus círculos y la autodefinen como un "movimiento social transversal", con sus propios eslóganes, y claramente contra el gobierno: “Somos mayores, pero no somos imbéciles”. “No hay dinero para las pensiones, pero sí para rescatar bancos y autopistas”. “Las pensiones en este país no sólo son sostenibles, sino que son mejorables y necesarias”... A las que se han unido después algunos partidos y sindicatos. El número de participantes ha puesto nerviosos a todos, especialmente al "PP" y a Cs. Los primeros saben que en esa multitud dominan sus votantes y Montoro ha propuesto una rebaja fiscal sin fuste ni contenido y los segundos han cambiado sus valores en función de sus intereses de partido, ahora boyantes, rompiendo el apoyo al "PP" en la eliminación de leyes tan importantes como la Ley Mordaza, al dejar de pedir prórrogas para enmiendas. Las razones de entonces ya no valen ahora. Sin duda los jubilados vamos a conseguir que, posiblemente la izquierda, proponga medidas realistas que cambien completamente el panorama social. Habrá que poner atención para no dejarnos engañar por oportunismos coyunturales, pues la solidaridad de los mayores debe dirigirse también a las generaciones venideras, si se quiere auténtica justicia. 
    Termino con una frase de un referente internacional de las ciencias sociales, Manuel Castell: "pensando en actores de cambios sociales fundamentales, son las mujeres (en movimiento y como individuos) las que, al tomar conciencia de su opresión/represión, la más antigua del mundo, están cambiando en unas décadas las coordenadas milenarias de la injusticia social." 

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