En este último mes hemos asistido a dos movilizaciones que merecen la categoría de revolucionarias y necesarias. Me refiero a la del feminismo del 8M, que ha ocupado estos días un importante espacio como noticia, mereciendo los más encendidos análisis sobre su importancia. La otra, también con mayoría de jóvenes de ambos sexos, movilizados todos los viernes, que exigen una conciencia verde que evite el deterioro del planeta e impida su destrucción irreversible, manifestaciones éstas que están pasando casi desapercibidas, pese a que su importancia no es menor. Los trastornos del clima han sido ratificado por el pesimista informe de la Agencia Estatal de Meteorología y observado por todos de manera evidente este invierno, que ha sido un grito de la naturaleza, como si quisiera hacerse escuchar, mostrando cambios climáticos que no se daban desde que existen registros. La ecología es también enormemente importante en la mejora de la brecha social, a la vez que colaboraría a paliar el abandono del medio rural. Sin duda, ambas llamadas de atención son, en cierta forma, complementarias e imprescindibles, cada una en su campo de actuación. El contenido ideológico de estos problemas forma parte, históricamente, de la ideología de los partidos de izquierdas y sindicatos de clase en su lucha por la "justicia social". En el feminismo se puede actuar en cada país, la ecología exige una actuación planetaria.
Lo peor está ocurriendo ya. Este invierno tan cálido no puede considerarse una alteración puntual, pues forma parte de una tendencia consolidada de la que la Agencia Estatal de Meteorología tiene datos fiables y exhaustivos. Estos datos muestran que en los últimos 40 años el verano se ha alargado en España nada menos que cinco semanas: empieza antes, termina más tarde y hace más calor. La temperatura media del mar Mediterráneo sube 0,34 grados centígrados por década. Pese a los acuerdos de París que establecieron el compromiso de reducir los gases de efecto invernadero, las emisiones alcanzaron en 2018 un nuevo récord. España sola no puede cambiar lo que el conjunto mundial ha alterado durante decenios, pero puede empezar a cumplir y a dar ejemplo.
Recientemente, el Gobierno ha tomado medidas importantes como la anulación del impuesto al sol y la fijación de plazo para el cierre de las nucleares. Esta semana el PSOE ha presentado 110 medidas, cargadas de sensatez y viabilidad, que incluyendo aspectos sociales tan importantes como la de un Ingreso Mínimo Vital que incremente las prestaciones por hijo a cargo. Los ocho primeros puntos suponen un vuelco completo del sistema educativo con el compromiso de que la inversión alcance el 5% del PIB en 2025; desde el punto 8 al 19 desarrolla un programa completo dedicado a la universidad, la investigación, la innovación, la ciencia y la cultura; desde el 38 al 47 el medio rural y las infraestructuras. Aspectos que indudablemente influirán en el feminismo y el medio ambiente. Dedica otros espacios específicos a estos temas: La España Feminista, de los puntos 71 al 76 y Ecología del 77 al 83. Además de todo esto, el pasado jueves incorporó 70 nuevas medidas exclusivas para invertir el proceso de abandono del medio rural. Todos ellos conviene leerlos, pues abren camino a un futuro con esperanza.
Entre los días 11 y 15 de marzo de 2019, se celebró en Nairobi la cuarta Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente, el máximo órgano decisorio mundial en esta materia. El tema centrado de la reunión fue el de la transformación de las economías para lograr un consumo y una producción sostenibles. En ella se dijo que la producción de las 15 materias primas esenciales está en manos de multinacionales que controlan los mercados y hacen muy difícil la intervención de los estados de países pequeños. La mayor desgracia de éstos puede ser el hallazgo de abundantes materias primas importantes en su territorio. Pues ello, suele originar la esclavitud del pueblo.
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